Francisca Mézière, no fue propiamente religiosa de las Hermanas de la Caridad, pero sí volcada como ellas y, como veremos, a ejemplo de ellas, a la educación y el cuidado de enfermos de la diócesis de Laval, y mártir de la Revolución Francesa.
Había nacido el 25 de agosto de 1745 en Mezangers, en una familia numerosa. Su padre, excelente cristiano, era un modesto campesino, y su madre murió cuando ella tenía cuatro años. Fue educada por las Hermanas de la Caridad de Evron, y ya de joven se consagró a trabajar en las escuelas parroquiales, especialmente en Saint-Léger, cerca de Laval.
Cuando el 14 de abril de 1791, la República quiso imponer el juramento de libertad e igualdad que implicaba la negación de los votos religiosos, como maestra de la escuela que era, le tocaba firmarlo, y se negó igual que las monjas, por lo que tuvo que abandonar la escuela. Comenzó entonces a servir a pacientes en los pueblos de los alrededores de Saint-Léger. Pero una vez más, en tanto enfermera, fue invitada a realizar el juramento en julio de 1792, y nuevamente se negó.
A partir de allí tuvo que esconderse y actuar con precaución. Fue finalmente guillotinada, poco después de los mártires de La Patience, por haber albergado en sus casa a dos soldados heridos del ejercito contrarevolucionario (vandeanos), a los que atendió.
En el texto del juez de Laval que la condena a muerte, se la llama "Víbora de raza sacerdotal". Antes de subir al cadalzo agradeció a sus verdugos de poder unirse pronto el Señor Jesus, detalle que recoge el acta de beatificación. Era el 5 de febrero de 1794, y fue beatificada el 19 de junio de 1955 por el papa Pío XII.
Véase Acta Apostolicae Sedis vol. XLVII, pp. 445-451 y, para mayores datos, Les Martyrs de Laval (1955) de Mons. Cesbron. Sin ser una traducción directa, el presente artículo sigue la presentación del tema en el blog «Ut pupillam oculi»