El decreto de la Sagrada Congregación de Ritos que confirmó en 1921 el culto de este ermitaño de San Agustín, admite francamente que ha desaparecido la biografía escrita por Juan de San Guillermo. Por consiguiente, estamos mal informados sobre la vida del beato. Su nombre de familia era Scarpetti, y había nacido en Borgo Sansepolcro, en Umbría. Parece que tomó el hábito de San Agustín al mismo tiempo que su famoso contemporáneo, Nicolás de Tolentino. El mencionado decreto afirma que el beato pasó una parte de su vida religiosa en Inglaterra, donde fundó varios conventos de agustinos. También cita dos anécdotas que muestran el gran favor de que el beato gozaba ante Dios: Un hombre, a quien Angel había reprendido severamente por su vida escandalosa, perdió instantáneamente el uso del brazo, en cuanto lo levantó para golpear al beato; pero éste le curó de la parálisis con sus oraciones. En otra ocasión, un hombre que había sido injustamente condenado a muerte se encomendó a las oraciones del beato Angel. La sentencia se cumplió y el hombre fue ahorcado; pero cuando los hermanos de la Misericordia fueron a recoger el cadáver, encontraron al hombre con vida y éste les dijo que el beato le había sostenido en la horca para que no se le rompiera el cuello. Tales leyendas, que nos llegan después de haber pasado por cuatro o cinco manos, no son muy convincentes. Más sólidas son las pruebas que existen de que el cuerpo del beato permaneció incorrupto hasta 1583. Se dice que exhalaba un fragante aroma. Desde la muerte del Beato Angel, su ciudad natal le ha venerado como a santo.
Ver L. Torelli, Ristretto delle vite degli huomini etc. del'Ordine Agostiniano, pp. 165-166, y el decreto de confirmación, en Acta Apostolicae Sedis, 1921, pp. 433-446.