Nació el 17 de enero de 1355 de Simpliciano Migliorati, agricultor. La fama de santidad de san Nicolás de Tolentino (1254-1305) lo impulsó a entrar entre los agustinos de su pueblo natal, donde fue ordenado sacerdote. Vivió cerca de doce años en el convento de Tolentino, y entonces fue por cierto tiempo a Bari, de donde a inicios del siglo XV retornó a Amandola (Ascoli Piceno). Allí fue nombrado superior del pequeño convento, que hizo ampliar, y junto al cual dio inicio a la construcción de una nueva iglesia, pero la muerte, sobrevenida el 25 de enero de 1450, le impidió completarla.
La veneración que había sucitado en vida, por su humildad, espíritu de obediencia, de mortificación, y por el singular celo apostólico, no se atenuó con la muerte. En 1453 su cuerpo fue quitado del sepulcro común de los hermanos y fue depositado en una caja de madera sobre un altar que se intituló con su nombre, mientras los prodigios (incluida la resurrección de un muerto) se multiplicaban. En 1641 fue puesto en un sarcófago de madera realizado por Domingo Malpiedi, y en 1897 fue sustituido por uno de mármol, que se puede ver en una capilla de reciente construcción. En 1798 la soldadesca revolucionaria quitó del sarcófago el cuerpo y lo profanó, pero en 1899 le fue ceñida a la cabeza una corona de oro.
El pueblo de Amandola lo ha venerado desde su muerte, y celebrado su «dies natalis». El 11 de julio de 1759 Clemente XIII inscribió a Antonio en el número de los beatos, reconociendo su culto «ab inmemoriabili», y el 20 de abril de 1890 León XIII concedió indulgencia plenaria a quienes visitan el santuario.
Traducido para ETF de un artículo del P. Bruno Silvestrini, O.S.A.