Fue el tercer sucesor de Don Bosco al frente de la Sociedad Salesiana. Como Miguel Rua, el primero, Felipe conoció a Don Bosco desde niño, pero no se dejó conquistar por él hasta la edad de 21 años. A Don Rinaldi se le considera el verdadero fundador de la obra salesiana en España y Portugal. Después de haber puesto una sólida base a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco en España, y de haber sido durante 21 años Vicario de los dos primeros sucesores del Santo, fue elegido Superior General. En este alto cargo desplegó un celo y una paternidad admirables, subrayando que la verdadera fisonomía de la Obra Salesiana no está tanto en los éxitos exteriores cuanto en la profunda, serena y tranquila vida interior. Tradujo este su concepto dinámico de la espiritualidad y del trabajo en fuerza socialmente eficaz, intercediendo ante Pío XI para que concediese la indulgencia plenaria a la santificación del trabajo.
Inspiradr de movimientos laicales, animó y dirigió aquel grupo juvenil fervoroso de muchachas que, inspirándose en Don Bosco, se propuso desde 1910 unir los dos ideales de vida consagrada y de apostolado en el mundo para el bien de la juventud. Fue el inicio del «Instituto Secular de las Voluntarias de Don Bosco» (VDB). Pero, antes aún, Don Rinaldi atendió con un celo particular al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, el cual, gracias a sus consejos, creció en vitalidad no menos que la Congregación Salesiana. Esta última aumentó con él, pasando de 4.788 miembros en 404 casas, a 8.836 en 644 casas, en una atmósfera donde «se respiraba más el afecto del padre que la autoridad del Superior». En este su modo de ser y de actuar es comúnmente reconocido el signo más incisivo del rectorado y de la «santosidad» de Don Felipe Rinaldi.
Es verdad -atestiguó Don Pedro Ricaldone- que muchas veces tuvo una salud enfermiza; pero fue capaz de conseguir un bien extraordinario. Se preocupó con todo su empeño de la formación del personal con reuniones, visitas y escritos que le hicieron apreciar y amar por todos. Fue un trabajador incansable, de mil modos y durante toda la vida, sin ahorrar fatigas, se dedicó a incrementar entre los obreros y las obreras de toda categoría las formas asociativas y las organizaciones de ahorro que desembocaron siempre en el crecimiento del sindicalismo cristiano y de las obras de previsión social. A todos los salesianos recomendó en particular la asistencia a los emigrados sin distinciòn de nacionalidad, acentuando en la caridad el máximo universalismo. Sus extraordinarias virtudes y la fama permanente de santidad que persistió después de su muerte animaron a introducir la causa de beatificación, que llegó a término con SS Juan Pablo II en la ceremonia del 29 de abril de 1990.
¿Qué tenéis que hacer para tener vida? Ante todo, rezad para sentiros animadas todos los días y llevar la cruz que el Señor os ha asignado; es lo primero que tenéis que hacer. Además, haced bien cada una vuestros quehaceres, los propios de vuestro estado, como Dios quiere, en vuestra condición; y esto según el espíritu del Señor y de Don Bosco.
Semblanza en un blog de Gustavo Morales, SC.