Nació en Alicante el 19 de abril de 1914 y murió fusilado en el cementerio de Lleida el 29 de septiembre de 1936, víctima de la persecución religiosa del período. En medio 22 años de vivencia cristiana, oración continua y entrega al prójimo. Ferviente católico, tuvo una muerte ejemplar, dando testimonio de su fe. Fue beatificado por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.
Sus padres, leridanos, se trasladaron por cuestiones laborales a Alicante a finales de 1913, pero pocos meses después de la llegada a la capital alicantina el padre murió casi repentinamente de una congestión pulmonar. Cuando esto ocurre, la madre, Teresa Aleu, y los tres hijos regresaron a Lleida. Era una viuda joven, con gente muy pequeña a su cargo para atender. Estudió entonces Magisterio, e ingresó como maestra en la enseñanza pública, lo que la llevó por distintos pueblos de la región.
En Juneda, el pequeño Francisco hizo la Primera Comunión en la iglesia parroquial, al tiempo que inició el periodo de internado en el colegio de los hermanos maristas de Lleida, siguiendo los estudios de bachillerato. Francisco era entonces un joven inteligente muy piadoso, devoto de la Eucaristía y de la Virgen María, con un talante solidario dispuesto siempre a ayudar al prójimo. Sin embargo, tenía también un carácter fuerte nacido de un cierto orgullo de considerarse superior en determinados aspectos. Era la suya una vida lineal, vivida intensamente, de avance en la formación humana y cristiana. Todo cambió en 1929 con la muerte de la madre. Los tres hermanos quedaron huérfanos y su vida conoció el mayor bache. ¿Qué hacer? Todos eran aún menores de edad. Él apenas había cumplido los 15 años. Fue un momento crucial, decisivo. Nada podía seguir como antes. Entonces estalló la fuerte personalidad de Francesc, dispuesto a asumir el papel de hombre de la desgraciada familia: «La madre nos ha dejado -dijo a sus hermanas- pero María, la Madre del Cielo siempre estará con nosotros», al tiempo que se propone dejar los estudios y ponerse a trabajar. No fue necesario, ya que la tía María, hermana de su padre, los acogió los tres en su domicilio, dando continuidad en el hogar familiar. es el momento que los tres hermanos pasan a vivir en Lleida, en el piso de la tía en la calle san Antonio, esquina calle Carmelitas. Francisco pudo continuar sus estudios de bachillerato.
El período coincidió por razón de edad con el tiempo en que Francisco tuvo que hacer elección de caminos. Era un estudiante que mostraba una declarada afición por avanzar en los conocimientos científicos, sobre todo en el terreno de la física y la química. ¿Seguiría estudios universitarios o dejaría los estudios? El aspecto económico jugaría un gran papel. La actitud de la tía y su apoyo hicieron posibles sus estudios universitarios. Hacía poco -en 1925- que los jesuitas habían vuelto a Lleida, después de su expulsión en el siglo XVIII. Habían abierto la casa de Cristo Rey y se habían hecho cargo de la iglesia de la Sangre. uno de los miembros de la nueva comunidad era el padre Calaf. Este tenía relación con la tía María y conocía la valía intelectual de Francesc, así como su fecunda formación integral. Ambos decidieron que saliera los estudios adelante. El padre Calaf consiguió para Francisco una beca en el instituto Químico de Sarriá, centro universitario de los jesuitas. Así fue como Francisco se traslada a Barcelona.
La adaptación al nuevo centro docente no fue tan fácil como preveía, ni en el aspecto humano ni en lo espiritual. Sufrió una fuerte crisis, parecía como si el entramado de su formación cayera por tierra y se perdiera. un hombre fue providencial: el joven jesuita, el padre Galant, que estudiaba también en el centro, le dio la mano cuando más lo necesitaba. Guiado por él hizo ejercicios espirituales y al acabarlos la crisis aparecía vencida y superada. Desde entonces tuvo muy claro que una vida proyectada en Cristo exigía una misa dominical, frecuencia de sacramentos y una intensa vida espiritual, y que ésta debía reflejarse en tareas de apostolado, y en la entrega generosa a los demás. El camino adecuado lo encontró en la Congregación Mariana de Barcelona, y dentro de las obras apostólicas y sociales que esta desarrollaba en el patronato obrero del barrio de la Sagrada Familia.
Seguía entonces un período de normalidad en la vida de Francisco, donde el estudio no perjudicó la labor de apostolado, ni ésta no dificultó el estudio. Pero pronto se produjeron avatares políticos que trastornaron la vida del país. En 1931 la corona abdica y se proclamó la República Española en un hecho que incidió indirectamente sobre la vida y los estudios de Francesc, ya que el nuevo Gobierno republicano clausuró en 1933 todos los centros docentes de los jesuitas y los echó del país. Evidentemente Francisco tuvo que replantearse sus estudios en el IQS, pero entonces la larga mano del padre Galant llegó hasta él de nuevo, se había trasladado a Oviedo a cursar estudios universitarios en su ciudad. Sugirió a Francisco que dejara Barcelona y se trasladara a Oviedo para acabar los estudios de facultad. Este no se lo piensa dos veces. Así fue como en 1934 obtenía en la Universidad Pública de Oviedo el título de licenciado en ciencias químicas. Acabó con 20 años los estudios que había iniciado cuando tenía 16. Desde ese momento la vida de Francisco transcurrirá en otros parámetros y abordará otra problemática.
Así fue como con el título en el bolsillo volvió a Lleida, se adentró inmediatamente en la vida cultural, social y económica de la ciudad. Encontró trabajo enseguida y entró a trabajar en la Casa CROS S.A. como ingeniero químico, recientemente instalada en Lleida y que se convirtió en un insoslayable punto de referencia en la vida de la ciudad. Fue el inicio de lo que hubiera podido estar una vida saciada de fecundas realidades. Conoció a Mariona Pelegrí y le entregó su amor en un compromiso formal en mayo de 1936. Mariona, como él la llamaba, era la cuarta de siete hermanos de una familia cristiana de El Soleràs (Garrigues) en Casa Abierta en Lleida. Militaba en la Acción Católica y era piadosa, seria y de carácter más bien retraído. El mundo se abría para él, frente a él, ofreciéndole un amplio abanico de posibilidades, también en la vida espiritual.
Esta encontró tres puntos de referencia: la vida de piedad, la acción social y apostólica y la labor de caridad. Ingresó en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña y formó parte del grupo Pleyan de Puerta, presidiendo la sección de piedad. Participa en el llamado repaso de la costa en el barrio del Canyeret, impartiendo enseñanza nocturna a los obreros que por razón de su trabajo se ven privados de acudir a la escuela. Con el sueldo que gana en la Casa CROS atiende dificultades económicas de compañeros del trabajo y son muchos los leridanos que reciben su ayuda.
Mientras tanto el país vive tiempos de angustia. una gran tragedia amenaza el inmediato futuro: estalló en julio de 1936. Empezó para Francesc el día 1 de este mes de julio, fecha que se incorpora al ejército, a la guarnición de Lérida, como soldado de reemplazo. y luego el 19 de julio, con la sublevación contra el Gobierno de la República que supuso el inicio de la guerra civil, que se extendió hasta 1939. En Lleida, que queda en zona republicana, la insurrección militar fue vencida por las fuerzas populares que se hicieron con el poder destituyendo las legítimas autoridades de la Generalitat y de la República, y establecieron un régimen revolucionario. Fue este régimen lo que inició de inmediato una enconada persecución religiosa que fue larga en el tiempo, devastadora con los bienes de la Iglesia, cruel y sangrienta con las personas, sobre todo sacerdotes y laicos comprometidos. Francisco fue una de sus víctimas.
Fue detenido el día 21 de julio y llevado a la prisión militar de la Seu Vella, entonces hecha cuartel, y estuvo hasta el 12 de septiembre, en que fue trasladado a la prisión civil. Durante este tiempo sus familiares y amigos hicieron numerosas gestiones para conseguir su liberación, pero no lo consiguieron. Incluso un pariente del líder revolucionario le prometió la libertad a cambio de un escrito de apostasía. Se negó de forma categórica y rotunda. Una vez en la cárcel civil, estuvo muy poco, sólo 15 días, hasta el 29 de septiembre, en que fue sacado y llevado ante el tribunal popular.
El juicio se celebró en la Paeria. En un inicio, cuando fue acusado de fascista, se defendió. No era verdad, nunca militó en ningún partido político. Pero luego, cuando fue acusado de católico, lo asumió plenamente: «Sí, soy católico», dijo. El presidente del tribunal le invitó a rectificar dada la gravedad de la manifestación que implicaba una condena a muerte. No lo hizo, al contrario, contestó que si mil vidas tuviera, todas las ofrecería a Cristo.
Condenado a muerte, con otros seis compañeros, fue retenido en el calabozo de la Paeria hasta la hora de la ejecución, que tuvo lugar esa misma noche. Fue en esta intensa espera que escribió las tres cartas que han dado la vuelta al mundo. Una a los familiares, otra a la prometidaa Mariona Pelegrí, y la tercera al jesuita padre Galant. Son el testimonio de una gozosa aceptación del martirio y la premonición de la inminente gloria: «...estoy tranquilo, contento, muy contento, espero estar en la gloria dentro de poco rato...». Completado el tiempo, él y sus seis compañeros fueron conducidos al cementerio de Lleida y fusilados. Fueron contentos cantando el "Creo en Dios". fue beatificado por SS Juan Pablo II en la causa conjunta de los 233 mártires elevados a los altares en marzo de 2001, concentrados en una única causa en Valencia (aunque no todos fueran de origen valenciano).
Extractado y corregida la redacción a partir de una biografía en la página dedicada al beato, donde también pueden leerse las tres cartas a las que alude el final del texto, de las que hay, además de la transcripción del texto, copia facsimilar.