Godofredo, quien murió a los treinta años de edad, pertenece a la categoría de los santos jóvenes que pasaron su vida en la tierra preparándose para el cielo. Godofredo era conde de Cappenberg y señor de un gran distrito en la diócesis de Münster, de Westfalia. Su esposa provenía de una familia tan distinguida como la suya. Bajo la influencia de san Norberto, fundador de los canónigos Premonstratenses, Godofredo decidió convertir su castillo de Cappenberg en monasterio de esa orden, y en seguida persuadió a su mujer y a su hermano para que renunciasen como él al mundo y se hiciesen religiosos bajo la dirección de san Norberto. El suegro de Godofredo le opuso una resistencia muy violenta y aún le amenazó de muerte, pero el beato no dejó por ello de regalar todas sus posesiones a los premonstratenses.
Cerca de Cappenberg construyó un convento en el que su esposa y dos de sus hermanas tomaron el velo. Fundó además varios hospitales y otras instituciones de caridad. Siendo novicio premonstratense, se empleaba en las ocupaciones más humildes y lavaba los pies a los enfermos y peregrinos albergados en el hospital. Aunque había recibido ya las órdenes menores, no vivió el tiempo suficiente para ser ordenado sacerdote. El 13 de enero de 1127 entregó gozosamente su alma a Dios, declarando que no quería vivir un momento más, ni por todo el oro del mundo. La Orden premonstratense lo celebra el día 16 de enero.
Ver Acta Sanctorum, 13 de enero, donde se encuentran dos vidas en latín; igualmente Kirkfleet, History of St. Norbert (1916), pp. 140-151; Spilbeeck, Le B. Godefroid (1892). Según el Biographish-Bibliographishes Kirchenlexikon, «Aunque Godofredo no fue oficialmente canonizado a pesar de muchos esfuerzos, fue reconocido su culto, contando con un oficio en el misal y el breviario», aunque no he podido verificar ese dato.