Isnardo nació en Chiampo, un poblado cerca de Vicenza. Siendo todavía joven parece haber caído bajo el hechizo de la elocuencia de santo Domingo, por lo que ingresó en la Orden de Predicadores, donde recibió el hábito de manos del santo fundador hacia el año 1219, junto con el beato Guala Romanoni. A pesar de que Isnardo había llevado una vida extremadamente ascética, era muy corpulento, por lo que se le dificultaba cualquier clase de actividad física. Sin embargo nada podía disminuir su energía como predicador, y su persuasión y erudición eran tales, que logró muchas conversiones.
En una ocasión, un burlón, ridiculizando la corpulencia del predicador, gritó: «Me sería tan difícil creer en la santidad de una vieja marsopa como el hermano Isnardo, que creer en que aquel barril saltara por sí mismo sobre mis piernas»; al punto -se dice- el barril cayó sobre él y le rompió una pierna1.
Isnardo fue uno de los primeros dominicos que predicaron en Pavía y, cuando se fundó allí una casa de la orden en 1240, fue elegido prior. En esta casa murió en 1244, acreditándosele varios milagros antes y después de su muerte. Su culto fue confirmado el 12 de marzo de 1919.
Véase G. M. Pió, Delle vite degli huomini illustri di S. Domenico (1607), pp. 205-206; el decreto que confirmó el culto en Acta Apostolicae Sedis, vol. XI (1919), pp. 184-186; y R. Majocchi B. lsnardo da Vicenza (1910). Sobre éste último cf. Analecta Bollandiana, vol. XXXIII (1914), pp. 100-101.
1 N.ETF: No es ciertamente una anécdota especialmente edificante, pero en este estilo se transmitían hace algunos siglos las leyendas hagiográficas, y muchas veces esos sencillos ejemplos son de los pocos testimonios que han quedado de los santos. En este caso simplemente quiere señalar que Dios tenía puesta en san Isnardo su predilección.