Nacido en 1304 de una rica familia de Siena, bien pronto llegó a ser un rico comerciante de lana, tejiendo una amplia red de contactos comerciales que lo llevaron a pertenecer al gobierno de la ciudad. Tuvo un feliz matrimonio, completado con dos hijos. Pero la lectura ocasional de una vida de santa María, eremita en Egipto, lo pone en una profunda crisis espiritual, un cambio de vida decisivo. Restituye con intereses lo que había ganado con usura y convence a su mujer de abrazar la más austera pobreza.
La grave agitación política de la Siena del siglo XIV llevan a Juan a dar forma pública a su conversión. Él y su mujer se deciden por una «visible publicidad» del Evangelio. Así, se vuelven lavaplatos en el mismo lugar donde Juan había sido gobernador, y sus seguidores, llamados «Jesuatos» (porque pronunciaban constantemente el nombre de Jesús), aunque hayan sido nobles, deben hacerse mendigos.
La clásica ceremonia de la investidura caballeresca del tiempo es utilizada como rito con el cual los novicios se despojan en público de las ropas, para vestir sólo harapos, en el centro de la Piazza del Palio de Siena, frente a la estatua de la Virgen, patrona de la ciudad. Sus seguidores adoptaban el estilo de los juglares de la época en la predicación por calles y plazas, ganándose el apelativo de «locos de Dios».
El gobierno de Siena decide alejarlo como peligroso, pero él se transforma «de desterrado por los hombres en pregonero de Dios» [juego de palabras: «bandito dagli uomini in banditore di Dio»], utilizando el exilio para difundir su reclamo de radicalismo evangélico. Murió en paz con la Iglesia después de haber sido duramente perseguido.
El culto del beato fue aprobado en 1583, y en 1606 se aprobó el ingreso de sacerdotes en la congregación, pero por abusos, fue suprimida por completo en 1668. La rama femenina subsistió hasta fines del siglo XIX.