En 1287, durante una crudelísima batalla entre güelfos y ghibelinos, el antiquísimo pueblo de Cagli resultó casi totalmente incendiado. Recomenzó a surgir sobre el Monte Petrano, pero dos aos más tarde los habitantes decidieron trasladar el centro de la actividad ciudadana al valle circundante. Aquí, algunos decenios más tarde, vivió el beato Juan Saziari.
Nacido en torno al 1327, llevó una vida simple, dividiendo su tiempo entre las tareas del campo y la oración. No se casó, no tuvo hijos, pero era amado por todos. Tenía ciertamente un carisma no ordinario. Se hizo terciario franciscano queriendo seguir las enseñanzas y el ideal de vida del santo de Asís. Murió entre 1370 y 1372, dejando entre sus conciudadanos un extraordinario ejemplo de santidad vivido en la modestia de la vida cotidiana. El Señor, por intercesión del pío pastorcito de Cagli, respondió a las oraciones de sus devotos concediendo gracias y milagros. Se verificaron enseguida tras su muerte, y su memoria nos viene de las inscripciones en su sepulcro. En particular, su celestial ayuda se hizo sentir durante una terrible peste. El féretro de mármol, obra del Mtro. Antonio de Cagli, está hoy junto al altar que guarda sus reliquias. Un notario de Imola, en 1374, registró oficialmente algunos milagros, y en un antiguo documento de 1441 es llamado beato. Juan fue sepultado en la iglesia de San Francisco, la más antigua de la Orden en la región de Las Marcas. En 1642 fue puesto en un arca de madera. De las reliquias se hicieron dos reconocimientos: en 1764 y en 1849. En la curia de Cagli, hoy unida a la de Fano, Fossombrone y Pergola, se conserva la documentación del proceso de beatificación, que recien vio la confirmación del culto local con SS Juan Pablo II, en 1980, considerada la veneración que se le ha tributado ininterrumpidamente a través de los siglos. La fiesta del beato, incluso hoy llamado familiarmente «Beato Juancito», ha sido fijada el 21 de abril.
Traducido para ETF de un artículo de Daniel Bolognini.