La vida de un sacerdote diocesano en una parroquia se presta para seguir el camino de la santidad, pero es generalmente muy poco espectacular. Lo mismo sucedía en la Edad Media, cuando vivieron y murieron en la oscuridad numerosos párrocos de virtud heroica, y su nombre se perdió con ellos. Sólo en unos cuantos casos el culto local perpetuó su memoria, pero no los detalles de su vida, ya que generalmente sólo se conservaba una especie de «catálogo» de sus virtudes. El beato Oddino Barotti constituye un caso excepcional por la multiplicidad de sus actividades, a pesar de que no pasó de ser un humilde párroco y vivió totalmente ajeno a la política, tanto eclesiástica como secular.
Hacia el año 1360, Oddino fue nombrado párroco de San Juan Bautista, en su pueblo natal de Fossano, en el Piamonte. Era tan abnegado, que el obispo de Turín tuvo pronto que darle la orden de comer un poco de carne, a pesar de todos los votos que pudiese haber hecho en sentido contrario, y de guardar lo necesario para su mantenimiento, pues el buen párroco gastaba todas las rentas de la parroquia en socorrer a los pobres y se estaba arruinando la salud. En 1374, fue nombrado preboste del capítulo de la colegiata de Fossano (que actualmente es catedral) y párroco de ella. Pero cuatro años más tarde, renunció a ambos beneficios para dirigir una cofradía religiosa que se lo había pedido. Después, ingresó en la Tercera Orden de San Francisco y convirtió su casa en una especie de refugio de todos los miserables. En 1381 hizo una peregrinación a Tierra Santa. A su retorno, fue nombrado director de la cofradía de la Cruz, que se dedicaba a cuidar a los enfermos y a ofrecer asilo a los peregrinos. El beato construyó un hospital gratuito y, junto a él, una hospedería en la que los pobres y los peregrinos podían permanecer todo el tiempo que quisiesen. La hospedería siguió funcionando hasta el siglo XIX.
Viendo la capacidad de organización de Oddino, su sucesor en el capítulo le pidió que se encargase de la construcción de la nueva colegiata. Así lo hizo el beato y empleó en ello todos sus recursos naturales y sobrenaturales. En cierta ocasión, los obreros transportaban una pesada viga en una carreta tirada por bueyes; la carreta se atascó en el barro y era imposible moverla; entonces el beato, tomando la puya, exclamó: «En el nombre de Dios y de san Juvenal, ¡adelante!» Y la carreta avanzó (san Juvenal era el patrono de Fossano). En otra ocasión, mientras Odino se hallaba orando en la iglesia, uno de los obreros cayó de la torre y se mató. El beato tomó la mano del cadáver y le dijo: «Levántate y vuelve a trabajar». El hombre se levantó al punto, perfectamente sano. En 1396, los canónigos rogaron a Oddino que aceptase de nuevo el cargo de preboste; así lo hizo para poder trabajar en una parroquia en la que era tan conocido y tan querido. Cuatro años más tarde, la peste hizo enormes estragos en la región. El beato Oddino se dedicó a atender día y noche a los enfermos y moribundos, hasta que él contrajo también la enfermedad y murió el 7 de julio de 1400. Fue un fin verdaderamente digno de quien había vivido entregado toda su vida al cuidado de sus prójimos. Su recuerdo sigue todavía vivo en Fossano. El culto del beato fue confirmado en 1808.
En Acta Sanctorum, julio, vol. v, hay un breve esbozo biográfico, un panegírico traducido del italiano y la copia de un tosco grabado (ver imagen) que representa al beato.