La vida y la muerte de Pierre Claverie, 1938-1996, dominico y obispo de Orán, ofrecen una respuesta a los signos de nuestro tiempo, caracterizados por tensiones a menudo violentas entre personas que viven una fe y creencias diferentes.
La incesante búsqueda de Dios y la llamada a todos los creyentes que hace Claverie, a vivir juntos en paz y en respeto recíproco, encuentran expresión en una existencia dedicada totalmente al anuncio de la propia fe: una larga fidelidad, donde su compromiso en favor del diálogo ha sido el centro y su vida el precio.
El 1 de agosto de 1996, Pierre Claverie, obispo de Orán, fue asesinado junto con el joven argelino Mohamed, su chófer.
Itinerario de una vida entregada
Pierre Claverie nace en Argel el 8 de mayo de 1938. En 1957, en la Universidad de Grenoble, asiste a los cursos de matemáticas, física y química. En 1958 se orientó hacia la Orden de Predicadores. Conservará siempre vivo en sí mismo el carisma de la Palabra, para la cual estaba particularmente dotado.
De 1959 a 1967 estudió teología en Saulchoir. Regresa definitivamente a Argelia en 1967: “Después de la independencia pedí volver a Argelia para redescubrir el mundo en el que había nacido… Ahí comenzó mi verdadera aventura personal.” Inmediatamente se pone a estudiar el árabe. En 1970, el obispo de Constantine-Hipona, monseñor Jean Scotto, lo toma como colaborador personal.
Pero en 1973 se le pidió que se ocupara del centro de lenguas y de pastoral de Glycines, en Argel.
El 5 de junio de 1981 fue nombrado obispo de Orán. Participa a fondo en el debate social y político y se sitúa en las líneas de frontera donde se forma el futuro del país, pero también donde la vida está en peligro. Como obispo y como dominico, rechaza el silencio; al contrario, impulsa la palabra con lucidez hacia la audacia de la verdad. La vida será el precio.
Sus palabras: “Ahora debemos compartir el sufrimiento y la esperanza de Argelia con amor, respeto, paciencia y lucidez.”
“A menudo me han preguntado: ¿Vuelves a casa? ¿Dónde está nuestra casa? Estamos aquí por el Mesías crucificado: ¡Por ninguna otra razón y por ningún otro!... Es una cuestión de amor.”
“El martirio es el mayor testimonio de amor. No se trata de correr hacia la muerte, ni de buscar el sufrimiento por el sufrimiento… pero derramando la propia sangre uno se acerca a Dios.”
“La santidad es ante todo una gran pasión. Hay locura en la santidad, la locura del amor, la locura misma de la cruz, que se burla de los cálculos y de la sabiduría de los hombres.”
Un amigo musulmán escribió: “Hay hombres que, por haber percibido de antemano el sentido de la historia… emergen del destino común de los mortales por acciones de gran alcance de humanidad o de verdad… Estos hombres, movidos a menudo por una reflexión moral exigente, no dudan en asumir su parte de responsabilidad por amor a la verdad… Monseñor Claverie ha sido uno de esos hombres excepcionales, en su búsqueda para crear puentes entre los hombres de cualquier fe u origen, en su lucha para que el derecho a la diferencia pueda ser aceptado y vivido sin restricciones, en un diálogo sincero y sin reservas…”