Se sabe de este mártir inglés que se ordenó sacerdote en Inglaterra en el último año del reinado de la reina María Tudor, cuando el catolicismo fue reinstalado en el reino, y se le nombró rector de una pequeña parroquia del Lancashire. Pero cuando en 1555 murió la soberana y subió al trono Isabel I, y ésta volvió a los pasos cismáticos de su padre y a los protestantes de su hermano Eduardo VI, Tomás, al no someterse a estas novedades religiosas, perdió su parroquia y se ganó la vida dando clases en Gales.
En 1561 fue arrestado y acusado de ser católico, ya que se le encontró diciendo misa, y fue encerrado en la prisión de Fleet. Le esperaban doce años de celda. El director de la carcel lo trató con blandura, le dejó decir misa e incluso hacer propaganda católica con los otros presos, convirtiendo así a algunos. En 1563, con motivo de una epidemia, fue llevado con los otros reclusos a la cárcel de un condado.
En 1572 solicitó ser admitido en la Compañía de Jesús y recibió por carta la admisión a la misma. Pero, producida la excomunión de Isabel I por el papa Pío V, Tomás escribió a Lord Burleigh instándolo a que recomendara a la reina se sometiera al Papa. Esto provocó que se le hiciera un interrogatorio en el que el mártir defendió calurosamente la primacía papal, motivo por el cual hubo de comparecer a juicio en Guildhall. Negó la autoridad de un tribunal secular para juzgar a un sacerdote por asuntos religiosos y defendió su propia fe con convicción y ardor. Fue condenado a muerte como traidor y llevado a Tyburn para ser ejecutado el 19 de junio de 1573. En el propio patíbulo volvió a demandar a la reina que se sometiera a la autoridad apostólica del Papa. Fue ahorcado y descuartizado. Beatificado el 9 de diciembre de 1886.