El martirio de estos dos religiosos salesianos se inscribe en la coyuntura por la que pasó la casa salesiana del Tibidabo, fundada el año 1912, con el objetivo de estar al servicio del culto y proseguir las obras del templo, a lo que se unió en 1927 la atención de la escolanía, compuesta por 50 niños internos. El domingo 19 de julio se podían ver desde la altura del Tibidabo las columnas de humo de las iglesias barcelonesas entregadas al fuego. El martes 21 decidieron los salesianos enviar a los niños a sus propias familias y buscar refugio los miembros de la comunidad en casas y fincas vecinas. Los mártires de la comunidad fueron dos, que fueron beatificados el 11 de marzo de 2001 por Juan Pablo II en la ceremonia de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 1936-1939.
José Caselles Moncho había nacido en Benidoleig, Alicante, el 8 de agosto de 1907. Fue alumno del colegio salesiano de Valencia y de ahí le vino su vocación religiosa. Hecho el noviciado, profesó en 1927 y prosiguió sus estudios sacerdotales, ordenándose el 21 de mayo de 1936. Estaba destinado en la comunidad del Tibidabo. Decidido a arreglar el envío de los niños a sus pueblos, tenía el día 27 de julio dispuestos los papeles de los que aún quedaban y bajó con tres de ellos a Barcelona para acompañarlos a tomar el tren para Tarragona. A las siete de la tarde dejó a los chicos en la puerta de la casa de una familiar de compañeros salesianos y subió para saludarla. En ese momento pasó un grupo de milicianos y detuvieron a los muchachos. Cuando él lo supo, decidió bajar y seguirlos, pese a que le advirtieron que era muy peligroso. Bajó en efecto y siguió a los muchachos, siendo detenido por los milicianos. A las doce de la noche ingresaba su cadáver en el Hospital Clínico.
José María Castell Camps, nacido en Ciudadela, Menorca, el 12 de octubre de 1901, estudia en el colegio salesiano de su población, donde descubrió su vocación religiosa. Ingresó en la congregación salesiana en 1918 y prosiguió sus estudios hasta su ordenación sacerdotal en 1927. Destinado a la casa del Tibidabo, salió de ella el 22 de julio de 1936 y encontró refugio en la Gran Vía barcelonesa, yendo a comer a casa de una familia de salesianos, donde hallaba a otros salesianos de paso, y se confortaban mutuamente. No se sabe cómo, pero consta que al anochecer del día 28 de julio estaba ya detenido y en un coche. De allí lo hicieron subir al domicilio de la señora Obiols para que reconociera a un sobrino de ella a quien querían detener, y que era el sacerdote don Pablo Baraut. Él no lo delató como tal sacerdote pero mientras los milicianos estaban discutiendo le pidió a don Pablo la absolución. Se lo llevaron y aquella misma noche fue fusilado.