Edward Bamber, llamado también Reading, nació en Lancashire, en fecha incierta. Se educó en el Colegio Inglés de Valladolid, y cuando fue ordenado volvió a Inglaterra. Al desembarcar en Dover, se arrodilló para dar gracias a Dios, acto que fe visto por el gobernador del castillo, que inmediatamente lo aprehendió y deportó. Volvió una vez más, pero fue pronto capturado de nuevo cerca de Standish, Lancashire; probablemente era capellán en Standish Hall. Cuando iba de camino al castillo de Lancaster, sus guardias y él pararon en una taberna, y como sus custodios se emborrachasen, pudo escapar. Fue encontrado vagando por los campos por un tal Mr. Singleton, quien según dijo había sido avisado en sueños de que ayudara al fugitivo; lo asistió y protegió. Fue arrestado por tercera vez y encerrado en el castillo de Lancaster por tres años; pudo escapar una vez, pero fue recapturado. En el juicio, que se celebró con los mismos Whitaker y Woodcock con los que luego recibió el martirio, dos apóstatas dieron testimonio de que le vieron administrando los sacramentos, y fue condenado a muerte. Soportó el sufrimiento con gran constancia, reconcilió con la Iglesia a un malhechor que iba a ser ejecutado con él, y dio ánimos a los otros mártires que lo acompañaban. Su conducta serena enfureció tanto a los perseguidores, que dieron orden al verdugo de ser más cruel y salvaje que de costumbre.
Thomas Whitaker nació taambién en Lancashire, en Burnley, en 1614. Era hijo de Thomas Whitaker, maestro de escuela, y Helena, y recibió su primera educación en la escuela de su padre. Por influencia de la familia Towneley fue enviado a Valladolid, donde se preparó para el sacerdocio. Después de su ordenación, en 1638, volvió a Inglaterra, y trabajó en Lancashire por cinco años. En una ocasión fue arrestado, pero escapó mientras era conducido al castillo de Lancaster. Fue nuevamente capturado en el Place Hall de Goosenargh, y enviado al castillo de Lancaster el 7 de agosto de 1643; fue tratado con inusual severidad y abandonado en confinamiento solitario por seis semanas, Permaneció en prisión tres años, destacándose por su espíritu de continua oración y caridad hacia sus compañeros de cautiverio. Antes de su juicio hizo un mes de ejercicios espirituales en preparación a la muerte. Era de natural temeroso, y sufrió mucho la espera de su ejecución, anque declinó todas las invitaciones que se le hacían a convertirse al Anglicanismo a cambio de su vida. En la ejecución dijo al verdugo: «Haz conmigo lo que te plazca, rechazo cualquier indulto, o incluso perdón, en vuestras condiciones.»
El beato John Woodcock (1603-1640) Nació de padre protestante y de madre católica, pronto adhirió al catolicismo y en 1631 se hizo Hermano Menor y fue ordenado sacerdote, desarrollando un provechoso apostolado con la oración, el buen ejemplo y la predicación. En 1644 fue arrestado y encerrado en una horrenda prisión. Entre los encarcelados fue ejemplo de paciencia y sublime santidad; muchos de ellos fueron llevados a Dios por él. El 7 de agosto de 1646 en Lancaster, junto a Whitaker y Bamberg, coronó su vida muriendo ahorcado como mártir de la fe. Los tres fueron beatificados por SS Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1987.
La fuente de estos relatos es Challoner, Memoirs of Missionary Priests (London, 741-2), siguiendo a Knaresborough, que tuvo ante él un relato contemporáneo de los tres martirios. El artículo sobre Bamberg y sobre Whitaker son traducciones adaptadas de los correspondientes artículos de la Catholic Encyclopedia, mientras que la breve noticia del tercero proviene de «Franciscanos para cada día».