Al principio del siglo X, Pedro, subdiácono de la Iglesia napolitana, que había sido liberado de una grave enfermedad por intercesión de Agnello, compuso un «libellus miraculorum» (cuaderno de milagros), en el cual, además del suyo, recopila otras veintidós curaciones milagrosas obradas por el santo. De este texto, que es la más antigua fuente donde se habla de Agnello, recogemos que Gaudioso Septiminio Celio, obispo de Abitinia, en África, habiendo tenido que abandonar su sede junto con otros por la invasión de los vándalos, se detuvo en Nápoles y fundó allí un monasterio, posiblemente basiliano, que luego tomó su nombre. De este monasterio, en un año desconocido del siglo VI, llegó a ser abad Agnello, que murió a los sesenta años, entre el 590 y el 604, posiblemente en el 596, como muchos afirman.
Escritores posteriores a Pedro hablan de la intercesión milagrosa del santo para liberar Nápoles y Sorrento de los asedios sarracenos, pero el autor mencionado no dice nada de ello. Su nombre no figura en el «calendario marmóreo» de Nápoles, de hacia el 800. Su epitafio, encontrado en la iglesia parroquial a él dedicada, concuerda, según los expertos en paleografía, con la época aproximada de la muerte del santo.
En el siglo XV Agnello fue añadido a los patronos de Nápoles, y es también patrono de Guarcino, ciudad del Lacio, en la provincia de Frosinone; goza también de particular veneración en Lucca, donde, ya desde el siglo XII, le fue dedicado un altar. Esta ciudad compite con Nápoles en la autenticidad de las reliquias que posee del santo, pero celebra su fiesta el 18 de mayo, en contraste con la fecha más frecuente, que es el 14 de diciembre.
Traducido para ETF de un artículo de Sergio Mottironi en Enciclopedia dei Santi.