Este gran misionero nació en el bajo Poitou, alrededor del año 584. A la edad de veinte años se retiró a un pequeño monasterio en la Isla de Yeu, cerca de la de Re. No había estado allí más de un año, cuando su padre lo descubrió y trató de persuadirlo para que regresara a su casa. Cuando lo amenazó con desheredarlo, el santo alegremente respondió, "Cristo es mi única herencia." Amando fue después a Tours, donde se ordenó, y luego a Bourges, donde vivió quince años bajo la dirección del obispo san Austregisilo, en una celda cerca de la catedral. Después de una peregrinación a Roma, retornó a Francia y fue consagrado obispo sin sede fija en 629, y recibió el encargo de enseñar la fe a los paganos. Predicó el Evangelio en Flandes y en el norte de Francia, e hizo una breve visita a los eslavos de Carinthia y tal vez en Gascuña. Reprendió al rey Dagoberto I por sus crímenes y por ese motivo fue desterrado. Pero Dagoberto pronto lo llamó otra vez, y le pidió que bautizara a su hijo recién nacido, Sigeberto, que después fue rey y santo. La gente de Gante era tan ferozmente hostil, que ningún predicador se aventuraba a ir entre ellos. Esto movió a Amando a tomar aquella misión, durante la cual fue golpeado varias veces y arrojado al río. No obstante, su labor perseverante, que por mucho tiempo pareció estéril, al fin logró que la gente acudiera en multitudes a recibir de sus manos el bautismo.
Además de ser un gran misionero, san Amando fue el padre del monaquismo en la antigua Bélgica; se dice que fue fundador de una veintena de monasterios de la región. De hecho, fundó casas en Elnone (Saint-Amand-les-Eaux), cerca de Tournai, que se convirtió en su centro de operaciones; fundó también San Pedro en Mont-Blandin en Gante, pero probablemente no fue el fundador de St. Bravo que también está allí. Fundó además el de Nivelles, para monjas, con la beata Ida y santa Gertrudis; Brisis-au-Bois, y probablemente tres más, incluyendo Marchiennes. Se dice, aunque no con certeza, que en 646 fue elegido obispo de Maestricht, pero que tres años más tarde presentó su renuncia a dicha sede en favor de san Remaclus y volvió a sus misiones, que siempre tuvieron su predilección. Continuó sus labores entre los paganos hasta avanzada edad, cuando, quebrantado por las enfermedades, se retiró a Elnone. Allí estuvo como abad por cuatro años, siempre preparándose para la muerte que le llegó al fin poco después de 676. Ningún historiador serio pone en duda que san Amando haya sido una de las figuras más imponentes de la época merovingia; no era desconocido en Inglaterra, y la capilla de la familia Eyston de East Hendred, anterior a la Reforma, en Berkshire, está dedicada en su honor.
El Prof. Hauck en su Kirchengeschichte Deutschlands (vol. I, c. 5) da un testimonio cordial de la impresión que el santo hizo en su generación. Al mismo tiempo no tenemos material que sea muy de fiar sobre los detalles de su vida. B. Krusch en MGH., Scriptores Merov., vol. V. pp. 395-485, publicó "Ínter alia" la Vita Amandi, que muchos atribuyen (e.g. L. Van der Essen, Saints mérovingiens, pp. 336-349) a su discípulo Baudemundo, pero Krusch rechaza esta atribución y mantiene que la "vita" no puede haber sido escrita antes de la segunda mitad del siglo octavo; sin embargo, el P. Moreau la coloca al principio de dicho siglo a lo más (cf. la Analecta Bollandiana, vol. LXVII (1949), pp. 447-454). El testamento de San Amando es sin duda un documento auténtico; pero no por lo que toca al pasaje del mismo en que expresa su voluntad de que sus restos permanezcan en Elnone y lanza una maldición al que los mueva de allí; cf. lo que dice Mons. Lesne en DHG., vol. II, c. 944. Véase el excelente libro por E. de Moreau, St. Amand (1927).