En época en que la iglesia estaba corrompida por la herejía arriana, no era raro que en una misma ciudad hubiera dos oboispos, el católico y el arriano, frecuentemente en disputa por la propiedad o el uso de los edificios sagrados. Tal ocurría en Pavia en época del rey lombardo Rotario (636-652): residía en la ciudad, en la catedral, el obispo arriano, Anastasio, pero el bautisterio anejo era utilizado por el obispo católico.
Esto, además de conflictos, traía contacto, y ocasionalmente ocurría que efectivamente se producían conversiones de obispos o del clero de uno a otro lado, ya sea defecciones de la fe católica, ya sea la vuelta del hereje a la fe nicena.
Este es el caso del santo obispo que nos ocupa: no se ha conservado en qué circunstancias, pero luego de ser obispo arriano, volvió a la fe católica, y se distinguó -indican los documentos de la época- por la honestidad de sus costumbres y la integridad de su vida. Como a su vuelta a la fe le sucedió la muerte del obispo católico, fue elegido Anastasio para sucederle.
El caso está testimoniado por la Historia de los Longobardos de Pablo Diácono, de apenas un siglo más tarde, y por el Breviario de la Vida de los Obispos de Pavía, una obra anónima que aporta preciosos datos a la historia local. La firma del santo aparece en el sínodo de Roma del 679, tras lo cual consta su muerte, el 30 de mayo del año siguiente.
Ver Acta Sanctorum mayo VII, pág. 270, con los textos tanto de Pablo Diácono como del Breviario mencionado. Hay edición castellana reciente (2006) de la Historia de los Longobardos, por la Universidad de Cádiz.