Arnulfo, que nació en el seno de una noble familia y se distinguió por su saber y su piedad, fue llamado a la corte de Teodoberto II de Austrasia. Los cortesanos le admiraban por su prudencia en el consejo y por su valor en el campo de batalla, pues Arnulfo unía a las virtudes del cristiano las cualidades de un hombre de estado. Contrajo matrimonio con una noble dama llamada Doda, de lo que tuvo dos hijos: Clodulfo y Ansegiselo. Al quedar viudo se casó en segundas nupcias con una hija de Pipino de Landen, de suerte que los reyes de la dinastía carolingia descendían de san Arnulfo.
Ante el temor de perder su alma en el cuidado de las cosas de este mundo, Arnulfo determinó retirarse al monasterio de Lérins, pero no lo consiguió y, en cambio fue consagrado obispo de Metz, en el año 610. En su nuevo cargo continuó desempeñando un papel importante en los asuntos públicos, sin dejar por ello de cumplir escrupulosamente con sus deberes pastorales. Cuando murieron Teodoberto y su hermano Thierry, san Arnulfo y otros nobles colocaron en el trono de Austrasia a Clotario de Neustria quien, al cabo de diez años de reinado, dividió sus dominios, dejó el gobierno de Austrasia en manos de su hijo Dagoberto y nombró a san Arnulfo consejero principal suyo. Pero éste se abstuvo de desempeñar el oficio, y se esforzó en cambio por obtener al fin el tan deseado permiso de retirarse de la corte, por más que Dagoberto le amenazó al principio con cortarle la cabeza si lo hacía. El santo obispo renunció entonces al gobierno de su diócesis y se retiró, junto con su amigo san Romarico, a una ermita de los Vosgos, que se convirtió más tarde en el monasterio de Remiremont. Allí murió san Arnulfo.
En Acta Sanctorum, julio, vol. IV, se hallarán prácticamente todos los documentos de importancia. B. Krusch reeditó una biografía latina escrita por un contemporáneo del santo, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov, vol. II, pp. 426-446.