La vida de Bricio fue escrita por san Gregorio de Tours, a lo que luego se incorporaron, en algunos manuscritos, unos Diálogos de Sulpicio Severo en los que lleva el nombre de Brictio, o Brisson.
Era nativo de Touraine, fue dado a san Martín de Tours para que lo formara, y el santo llevó a Bricio al monasterio de Marmoutier. Hay que reconocer, sin embargo, que durante mucho tiempo Bricio no fue una honra para su maestro, pretendía mantener esclavos y caballeriza, hasta que, disgustado por la desaprobación silenciosa de los monjes, trató de vengarse observando la actuación de san Martín para tratar de atraparlo en un fallo, y trataba a su maestro con dureza y desprecio. San Martín no lo despidió por temor de librarse con ello de una prueba enviada por Dios. Además, si la leyenda es verdadera, el santo había previsto ya que Bricio sería su sucesor. En efecto, cuando Bricio era diácono, había dicho que san Martín estaba loco. Cuando éste le preguntó por qué creía semejante cosa, Bricio negó haber dicho que estaba loco. Pero San Martín le aseguró que había oído el insulto y añadió: «A pesar de ello, no he dejado de pedir por ti y, algún día serás obispo de Tours, pero sufrirás mucho en ese cargo». Bricio pensó entonces que su maestro estaba realmente loco. Sulpicio Severo, en uno de sus diálogos, hace decir a Bricio que él es un modelo de conducta porque se educó en Marmoutier, en tanto que san Martín se había educado en campos militares y estaba ya chocheando. Pero súbitamente, Bricio se arrojó a los pies de san Martín y le pidió perdón. El santo, que siempre estaba dispuesto a perdonar, le dijo: «Si Cristo pudo soportar a Judas, yo podré ciertamente soportar a Bricio».
San Martín murió el año 397, y Bricio fue elegido para sucederle. Al principio, no estuvo a la altura de su cargo y algunos intentaron en vano, en varias ocasiones, hacer que le condenasen. Dos cartas del papa san Zósimo de septiembre del 417 muestran que Lázaro, el futuro obispo de Aix, acusó a Bricio en numerosos concilios, hasta que en el de Turín del 401 las acusaciones fueron demostradas partidistas. Después de treinta y tres años de episcopado, un escándalo reavivó los antiguos descontentos. La acusación era grave: trataba de un hijo que Bricio habría tenido con una religiosa encargada del cuidado de su guardarropa. El obispo fue incluso amenazado con la lapidación y, pese a la intervención de algunos defensores, destituido. San Gregorio de Tours afirma que Bricio probó su inocencia mediante un milagro asombroso; sin embargo, fue expulsado de su sede y viajó a Roma a protestar de su inocencia. Los siete años que pasó en el destierro le transformaron totalmente. Cuando murió Armencio, quien había administrado su diócesis en su ausencia, san Bricio regresó a su sede. En los años que le quedaban, llevó una vida tan ejemplar y se dedicó tan intensamente al ministerio pastoral, que el pueblo le veneró como santo cuando murió, y veinticinco años después de su muerte, se celebraba ya su fiesta en Tours con una vigilia. Su culto se extendió rápidamente.
Casi todo lo que sabemos sobre san Bricio procede de los escritos de Sulpicio Severo sobre san Martín y de las tradiciones populares que relata san Gregorio de Tours. Sin duda que hay muchos detalles dudosos en la biografía de san Bricio, pero sobre esos puntos remitimos al lector a los especialistas en la materia: Poncelet, en Analecta Bollandiana, vol. XXX (1911) , pp. 88-89, y Delehaye, ibid., vol. XXXVIII (1920) , pp. 5-136, sobre todo 105 y 135. Las cartas del papa Zósimo están resumidas por Jaffé-Kaltenbrunner en Regesta Pontificum, nn. 330-331; el texto completo puede verse en Migne PL. vol. XX, cc. 650- 663. En el segundo de estos textos se declara expresamente que Lázaro, el acusador de Bricio, fue «pro calumniatore damnatus, cum Bricci inoocentis episcopi vitam falsis objetionibus appetisset» (condenado como calumniadorm puesto que intentó dañar la vida de Bricio, obispo inocente, con falsas acusaciones). Probablemente lo que popularizó la devoción de san Bricio en Inglaterra y en Italia, fue su estrecha relación con San Martín.
El presente artículo combina la noticia dle Butler-Guinea, tomo IV, pág. 326, con la de Gilbert Bataille para la Enciclopedia dei Santi, tomada de Santi e Beati. Imagen: Estatua de Bricio de 1515, en el Museo del Estado de Baden, Alemania.