Delfín fue el segundo obispo de Burdeos, y sucedió a Oriental posiblemente hacia el 380. Ese año ocurre la primera mención conocida de Delfín, ya que aparece en las crónicas del Sínodo de Zaragoza, en el que se condenó a los priscilianistas y a otros herejes. La fama de virtud y santidad del obispo Delfín, no llega a través de la abundante correspondencia que mantuvo con san Ambrosio y la poderosa influencia que ejerció sobre Poncio Meropio Anicio Paulino, es decir, san Paulino de Nola. La conversión de este último fue obra de su esposa y de san Delfín, y éste le bautizó. Cinco de las cartas de Paulino a su benefactor espiritual se han conservado y dan testimonio del respeto y la estima en que tenía a san Delfín. También Sulpicio Severo hace mención de Delfín en su Crónica.
Cartas de san Paulino en el Corpus Scriptorum de Viena, vol. XXIX, nn. 10, 14, 19, 20 y 35), Crónica de Sulpicio Severo, lib. II, cap. 48. En 1893, Fray Moniquet publicó una Vie de Saint Delphin, pero se han formulado severas críticas contra ella en Analecta Bollandiana, vol. XII, pp. 460-462.