El mártir san Doroteo que conmemora el Martirologio Romano el 5 de junio, era un sacerdote de Tiro y obispo de esa diócesis, según algunas autoridades en la materia. Durante el reinado de Diocleciano, tras de haber sufrido toda suerte de penurias por la causa de la fe en su ciudad natal, fue por fin desterrado. Un alivio en el rigor de la persecución le permitió regresar al seno de su rebaño y asistir al Concilio de Nicea, en el 325. Pero en cuanto Juliano el Apóstata ocupó el trono, se reanudó la persecución y entonces Doroteo huyó de nuevo para refugiarse en Odissópolis, en la Tracia, donde ahora se encuentra el puerto búlgaro de Varna. Sin embargo, hasta ahí le acosaron sus perseguidores, que le descubrieron, le aprehendieron y le apalearon tan brutalmente, que murió a consecuencia de los golpes. Se dice que, por entonces, tenía 107 años. No hay que confundir a este santo con otro del mismo nombre, que también murió martirizado durante el reinado de Diocleciano y cuya fiesta se celebra el 12 de marzo en el Martirologio Romano.
A decir verdad, el nombre de Doroteo era muy común, puesto que los griegos honran a varios santos del mismo apelativo, y hasta hay cierta confusión en las historias de unos y otros. De entre éstos, no menos de tres, aparte del que nos ocupa, fueron colocados por los bolandistas el 5 de junio, a pesar de que ninguno de ellos parece estar asociado con esa fecha. Éste es el único San soroteo que conmemora el Martirologio Romano en este día. A pesar de que la historia suya que se encuentra en la Chronographia de Teófanes, parece ser enteramente apócrifa. Es posible que se le haya sugerido escribirla a un redactor de oficio, de acuerdo con las referencias que Eusebio hizo sobre un sabio Doroteo que vivió en Siria en su tiempo, y que fue nombrado mayordomo en los talleres para el teñido de las telas. Sin embargo, los intentos de identificación resultan inútiles. Bajo el nombre de este supuesto Doroteo de Tiro, circularon algunos escritos relacionados con los Profetas, los Apóstoles y los setenta y dos discípulos.
Ver Hist. Ecles., lib. VII, c. XXXII; lib. VII, c. 6.