Según su biógrafo, que quizás habria sido un contemporáneo, san Euquerio llevó desde la niñez vida de santo. Nació en Orléans y entró en la abadía benedictina de Jumiéges, hacia el año 714. Seis o siete años después murió Soavarico el obispo de Orléans, que era su tío, y el senado, el pueblo y el clero de la ciudad, enviaron una diputación al mayordomo de palacio, Carlos Martel, para pedirle permiso de elegir a Euquerio como obispo de la ciudad. Carlos Martel dio su consentimiento y envió a uno de sus oficiales para escoltar al santo desde el monasterio hasta Orléans.
Euquerio se resistió a aceptar en un principio, rogando a sus monjes que le retuviesen para salvarlo de los peligros que le amenazaban en el mundo. Pero los monjes le exhortaron a vencer su rechazo y a anteponer el bien del pueblo a sus propios deseos. Euquerio fue consagrado en 721 y, a pesar de la repugnancia con que había aceptado el cargo, fue un pastor ejemplar y se entregó en cuerpo y alma al bien de su grey, que le dispensó gran cariño y veneración.
Sin embargo, el favor de Carlos Martel no duró mucho tiempo. Dicho príncipe tenía por costumbre apoderarse de las rentas de las iglesias, animando a otros a hacer lo mismo, para pagar los gastos de sus guerras y recompensar a sus servidores. San Euquerio se opuso abiertamente a tales confiscaciones y los malos consejeros hicieron creer a Carlos Martel que la intención del obispo era la de ofenderle. El año 737, cuando el mayordomo volvía a París, después de haber derrotado a los sarracenos en Aquitania, entró en Orléans, mandó a Euquerio que le siguiese hasta Verneuil-sur-Oise y desde ahí le desterró a Colonia. La piedad y el agradable carácter del santo le ganaron tanta popularidad en aquella ciudad, que Carlos Martel le mandó trasladar a una fortaleza de las proximidades de Lieja y le puso bajo la vigilancia directa del gobernador del distrito. Pero el obispo ganó de nuevo a todos, y el gobernador le nombró limosnero y le dio permiso de retirarse al monasterio de Saint-Trond, cerca de Maestricht, donde Euquerio pasó el resto de su vida en oración y contemplación. La leyenda que cuenta que San Euquerio vio a Carlos Martel en el infierno fue interpolada posteriormente en la biografía primitiva; hacemos mención de ella porque el incidente aparece en algunas imágenes del santo.
Ver la biografía en Acta Sanctorum, febrero, vol. III, y en Mabillon. Cf. igualmente Duchesne, (Fastes Episcopaux, vol. II, p. 458), quien hace notar que, si bien el autor de la biografía dice que Euquerio fue el sucesor inmediato de Soavarico, las listas episcopales de Orléans mencionan a dos o tres obispos entre ambos. Existen además otras dificultades de cronología, que hacen dudar de que el autor de la biografía haya sido un contemporáneo. Ver Saints de Saint-Trond, en Analecta Bollandiana, vol. LXXII (1954).