Elegido Obispo de Fano, Italia, alrededor del año 500, en el 503 asiste al concilio romano convocado por el papa san Símaco. En octubre del 525 acompaña al papa san Juan I a Constantinopla, viaje que sellaba la reconciliación con el Oriente, y que se hacía con ocasión de la coronación de Justino (quien, sin embargo, gobernaba desde el 517). La comitiva la formaban otros cuatro obispos y cuatro senadores romanos, que acompañaron al pontífice, llegando a Constantinopla a tiempo de celebrar allí la Navidad.
El rey Teodorico, que no veía con buenos ojos esta iniciativa pontificia que alejaba la sede romana de la influencia de Occidente, encargó al Papa que lograra el respeto del Emperador a los arrianos del Imperio bizantino, cuyas iglesias eran confiscadas. Justino aceptó, siempre que abandonaran del todo el arrianismo.
El Papa y su embajada volvieron a Italia en abril, pero no llegaron a Roma, ya que el rey Teodorico quedó tan disgustado con el resultado de la gestión, que mantuvo cautivos en Ravena al Papa y a sus acompañantes. Juan I murió el 18 de mayo del 526, y un mes antes murió Eusebio, pero su muerte ocurrió en el propio Fano.
Información recabada en la biografía breve de Año Cristiano, BAC, 2003 y la vida de san Juan I en «Los papas...» de Mathieu-Rosay, Rialp, 1988.