Hasta la última reforma del Martirologio, se celebraba en esta fecha a un «san Félix II», santo, papa y mártir, que nunca fue santo ni mártir, y peor aun: en realidad fue antipapa, de época del papa Liberio. Por ese motivo, porque durante siglos se conservó esa celebración que provenía de una confusión histórica, cualquiera puede comprobar que en los listados de papas se pasa de Félix I a Félix III, sin que haya Félix II. Lo cierto es que el Liber Pontificalis romano, es decir, el libro que detallaba el nombre, la sucesión y los hechos de cada pontífice romano, y que llega hasta Félix IV, habla de una tumba del mártir san Félix, lo que ayudó a consolidar la confusión.
Aunque era históricamente un dato ya probado, recién en 1947 la Santa Sede excluyó definitivamente a Félix II de la sucesión romana y lo colocó en la lista de antipapas. Consecuentemente, su nombre no corresponde que esté en el calendario santoral; sin embargo, en el nuevo Martirologio se conservó ese nombre para honrar, en vez de al antipapa, al mártir ignoto del que habla el Liber Pontificalis y que por siglos había estado confundido con el otro. Por supuesto, no sabemos de ese mártir más que el nombre, y el hecho de que tuvo una basílica en su honor.
La confusión, mucho más completa y detallada, puede leerse en el Butler-Guinea del 29 de julio. Ver Liber Pontificalis, ed. Duchesne. Naturalmente, puesto que el «mártir san Félix» es una incorporación reciente del Martirologio, en reemplazo del otro Félix, no hay imagen para asignarle.