San Ivo Hélory, patrono de los juristas, nació en Kermartin, cerca de Tréguier de Bretaña, donde su padre era señor feudal. A los catorce años, Ivo fue a estudiar a París. Diez años después, había ya obtenido títulos en filosofía, teología y derecho canónico en las mejores escuelas. Entonces se trasladó a Orléans a estudiar derecho civil bajo la dirección del célebre jurista Pedro de la Chapelle. Desde sus años de estudiante, San Ivo empezó a practicar la mortificación y sus austeridades aumentaron con el tiempo. Vestía una camisa de cerdas, se abstenía de la carne y del vino, ayunaba a pan y agua durante la cuaresma, el adviento y otros períodos de penitencia y, las pocas horas que consagraba al descanso, las pasaba recostado en un colchón de paja, con una piedra por almohada. Cuando volvió a Bretaña, al terminar sus estudios, el archidiácono de Rennes le nombró juez del tribunal eclesiástico. En el ejercicio de su cargo, san Ivo protegió a los huérfanos, defendió a los pobres y administró justicia con tal imparcialidad y bondad que aun aquellos a quienes castigaba le tenían afecto.
Al poco tiempo, el obispo de Tréguier, Alan de Bruc, reclamó los servicios del santo, quien volvió a su tierra natal para ejercer de nuevo el oficio de juez. Su bondad le ganó ahí el título de «abogado de los pobres». No contento con hacerles justicia en su propio distrito, Ivo se trasladaba con frecuencia a otras cortes a defenderlos, a menudo pagaba los gastos de sus clientes y los visitaba en la prisión. Aunque existía la costumbre de hacer costosos regalos a los jueces, el santo se negó siempre a aceptarlos. Hacía lo posible por reconciliar a los enemigos y los exhortaba a dirimir sus querellas, sin recurrir a la corte; así consiguió evitar que muchas personas tuviesen que pagar los gastos tan costosos de los procesos. San Ivo había recibido en Rennes las órdenes menores; en 1284, fue ordenado sacerdote y se le concedió el beneficio de Trédrez. Tres años más tarde, renunció al oficio de juez y consagró los últimos quince años de su vida al trabajo parroquial, primero en Trédrez y después en una parroquia más importante de Lovannec.
San Ivo construyó un hospital, donde asistía personalmente a los enfermos. Con frecuencia se despojaba de sus ropas para darlas a los pobres. En una ocasión, se enteró de que un vagabundo había pasado toda la noche acurrucado junto a la puerta de su casa; a la noche siguiente, san Ivo cedió al vagabundo su lecho y se fue a dormir junto a la puerta. Se mostraba tan solícito del bienestar temporal de sus feligreses, como de su bienestar espiritual y no perdía la ocasión de instruirlos. Con frecuencia predicaba en otras iglesias, además de la suya y lo hacía en tres lenguas: latín, francés y bretón. Las gentes acudían en todos sus litigios al arbitraje de san Ivo, al que se atenían fielmente por lo general. Inmediatamente después de la cosecha, san Ivo repartía entre los pobres el grano que había recogido, o una cantidad de dinero equivalente a su valor. Una vez, alguien le aconsejó que almacenase la cosecha para obtener más tarde un precio mayor por ella; pero el santo replicó: «Nadie me asegura que voy a vivir tanto tiempo». A principios de la cuaresma de 1303, la salud de Ivo empezó a debilitarse, pero no por ello dejó de practicar las mortificaciones acostumbradas. La víspera de la Ascensión, predicó todavía y celebró la misa, aunque estaba ya tan débil, que no podía tenerse en pie sin que le sostuvieran. Después de la misa, el santo se recostó y recibió los últimos sacramentos. Murió el 19 de mayo de 1303, a los cincuenta años de edad. Fue canonizado en 1347.
Los datos sobre la vida de san Ivo Hélory son particularmente abundantes. En Acta Sanctorum, mayo, vol. IV, los bolandistas publicaron la mayor parte de los documentos reunidos, veintiocho años después de la muerte de Ivo, para el proceso de canonización. A. de la Borderie los reeditó, con otros documentos suplementarios, en Monuments Originaux de l'Histoire de S. Yves (1887). Se hallarán algunos otros materiales en Analecta Bollandiana, vol. VI y VII. Véase también BHG., nn. 4625-4637. Existen varias biografías de tipo popular, como, por ejemplo, la de C. de la Ronciére (1925) en la colección Les Saints. Ver A. Masseron, S. Ivés d'aprés les témoins de sa vie (1952).
El cuadro es «Ivo», de Roger van der Weyden, de hacia 1450, en la National Gallery de Londres.