La primera mención concreta y firme acerca de san Julián, obispo de Le Mans, la tenemos en un documento del siglo VII, el testamento del obispo Bertram, que menciona una basílica dedicada a san Víctor, y una capilla al obispo san Julián, cerca de la sede episcopal. A comienzos del siglo IX, los dos centros de culto estaban cuidados por sendos monasterios, uno grande y uno pequeño, tal como se indica en un documento imperial del 832, que también se ha conservado. Allí por primera vez se atribuye la fundación de la sede de Le Mans a san Julián, bien que sobre la base, como vimos, de un culto antiguo como obispo del lugar.
Pocos años más tarde, el obispo de Le Mans, Alderico, considerando que las tumbas de san Julián, san Víctor, y otros venerados santos locales no estaban bien cuidadas, hizo trasladar todas a la catedral. Y en ese mismo tiempo se compuso la primer lista episcopal (episcopologio) de Le Mans, que recoge datos de distinto carácter, algunos verificables y otros legendarios. Comienza enunciando lo que podemos considerar una certeza: que san Julián fue el primer obispo de la sede, y le asigna a su episcopado una duración de 47 años, lo que es mucho, pero no imposible.
Sin embargo, ya la segunda versión de este documento, un poco posterior, avanza en la leyenda, comienza diciendo que "era el tiempo de Domiciano, Nerva y Trajano, bajo quienes Juan apóstol y evangelista escribió su evangelio y su apocalipsis" (el manuscrito original dice, anacrónicamente, Decio, en lugar de Domiciano), es decir, los años 80 en adelante del siglo I. Este procedimiento de echar hacia atrás lo más posible la fundación de una sede episcopal tenía su razón de ser en la necesidad de prestigio, por lo que las sedes competían en quién había sido evangelizada antes, con el sólo límite de la Pascua del Señor. Para ello identificaban al fundador con uno de los anónimos 72 discípulos que envió Jesús a evangelizar (Lc 10). Si sumáramos todos los santos que cada sede episcopal de la Galia, de Italia, de Alemania, consideró que pertenecían al número de los 72 discípulos, naturalmente no nos saldría la cuenta. San Julián no podía ser menos, así que no sólo para la leyenda local era uno de los 72, sino que además más tarde la cuestión se amplía y resulta identificado con Simón el leproso (Mc 14).
Lamentablemente esas deformaciones de los genuinos recuerdos históricos orales nos impiden saber con alguna certeza cuándo fue fundada realmente la sede de Le Mans -aceptando como cierto que haya sido san Julián su primer padre-, aunque también podría pensarse que el anacronismo del manuscrito mencionado, que leía Decio en vez de Domiciano, conserve sin proponérselo la verdadera época de fundación de la sede, que con más probabilidad fue en el siglo III.
El culto de san Julián gozó de una constante estima, e incluso traspasó las fronteras de Francia cuando el rey de Inglaterra Enrique II, que había nacido en Le Mans y posiblemente fue bautizado en la iglesia de San Julián de dicha ciudad, subió al trono y propagó en su reino esta devoción, que llegó a ser muy fuerte.
Mons. Duchesne es quien discute con amplitud y su acostumbrada minuciosidad los distintos episcopologios de Le Mans, y va dando datos acerca de san Julián, en Fastes Episcopaux, II, pág 312 en adelante; la referencia a Enrique II la desarrolla Herbert Thurston, S.]. en Butler's Lives of the Saints, tomo I, pág 183, ver también Acta Sanctorum, enero II, 761ss, y en el apéndice, 1152ss.