De las fuentes documentales surgen dos caracterizaciones de Lorenzo: como evangelizador y mártir en tiempos de san Gaudencio, primero obispo de Novara, o como tercer obispo, luego de san Agabio, ya que como tal aparece en unos dísticos grabados en mármol en la catedral de Novara; a este obispo se le atribuyen tres homilías muy difundidas en el medioevo. Aunque en la actualidad no se lo considera obispo, esto muestra que la historia del santo se halla un poco envuelta en brumas, como la de tantos mártires de la época.
Hasta 1552 existió sobre el lugar de su sepultura una basílica, demolida, cuyo material arqueológico y documental hubiera sido de gran utilidad para comprender los orígenes de la «Passio», un relato que proviene de aproximadamente el siglo XI. Su sepulcro se hallaba indicado con la palabra latina «puteus» (que es uno de los términos utilizados para indicar una fosa sepulcral), pero la pérdida de familiaridad con ese idioma hizo que a partir del siglo XVI se entendiera que se refería no a un sepulcro sino a un pozo donde supuestamente fue arrojado, como modo de martirio, el santo, de donde se lo vino a llamar «San Lorenzo al pozzo», y a representar junto a un pozo de agua, que es un elemento ya constante en su iconografía.
Lo que sabemos de cierto sobre él no pasa de lo que trae el elogio del Martirologio Romano actual, es decir, que fue un presbítero, posiblemente de época de san Gaudencio, es decir, de fines del siglo IV, dedicado a la catequesis de niños, y martirizado junto con sus pequeños fieles; la «Passio» remite este hecho al imperio de Juliano el apóstata, es decir, hacia el 363.
Basado en un artículo de Damiano Pomi en Santi e beati.