Una breve «passio» griega cuenta que Marino, ya de edad avanzada, vivía en Anazarbo, ciudad de la Cilicia, en tiempos de Diocleciano (que gobernó del 284 al 305). Como era cristiano, fue arrestado y trasladado a Tarso, ante el gobernador Lisias. El relato se ddesenvuelve convencionalmente: interrogatorio, promesas, incitación a la apostasía, torturas, cárcel. Al día siguiente, repetidos los pasos, se concluye con la condena a decapitación, y seguidamente el cuerpo es arrojado a los perros y las fieras. Aunque el Martirologio Romano, simplificando un poco, señala que fue arrojado vivo a las fieras, los sinaxarios griegos precisan que su muerte fue seguida de un fuerte temporal que causó tal confusión que dos cristianos pudieron rescatar algunos restos del cuerpo del santo y esconderlos en una gruta. Fueron luego trasladados a una localidad a seis millas de Anazarbo.
Una noticia de los sinaxarios bizantinos señala que la muerte de mMarino se produjo bajo Dioclesiano y Aristóbulo cónsules, lo que llevaría a rebajar la fecha hasta aproximadamente el 285, año en el cual Diocleciano pasa de cónsul a emperador.
Traducido, con cambios, de un artículo de Antonio Borrelli.