Según san Gregorio de Tours, san Martín de Braga sobrepasó en ilustración a todos los letrados de su época. El poeta cristiano Venancio Fortunato lo describe como heredero, tanto de los méritos como del nombre de san Martín de Tours. La historia de sus primeros años es incierta. Algún escritor que lo confundió con San Martín de Tours dio pie para que se pensara que era nativo de Pannoia. Se cuenta que hizo una peregrinación a Palestina y que quizá se encontraba entre los peregrinos que regresaron a Gallaecia, España [Gallaecia comprendía la actual Galicia, pero era mucho más extensa, incluyendo también el norte del actual Portugal]. Los suevos dominaban en esa región y habían propagado las doctrinas arrianas. San Martín, sin embargo, mediante su erudita predicación, logró volver a la fe católica a la región. Comenzó con la conversión e instrucción del rey Teodomiro y posteriormente reconcilió con la Iglesia a muchos arrianos y católicos renegados. Construyó muchos monasterios, el principal de los cuales, Dumio (hoy Mondeño), le sirvió como centro de operaciones de sus esfuerzos misioneros.
Los monarcas suevos, en consideración a este santo, eligieron a Dumio como sede arzobispal, de la cual vino a ser el primer ocupante. Tan íntimamente ligaron a Martín a su corte, que fue llamado «el obispo de la familia real». Sin embargo, nunca suavizó la severidad de su vida monástica y en el gobierno de sus monjes mantuvo estricta disciplina. Fue promovido después a la sede de Braga, lo que le convirtió en metropolitano de toda la Gallaecia, dignidad que mantuvo hasta su muerte. Además de su trabajo principal como misionero, San Martín rindió otros grandes servicios a la Iglesia con sus escritos. Los principales de éstos son una colección de ochenta y cuatro cánones; una fórmula «Vitae honestae», escrita como guía para una vida virtuosa, a petición del rey Miro; una descripción de las costumbres supersticiosas de los campesinos, bajo el título de «De correctione rusticorum»; un tratado de máximas morales, y una selección de proverbios de los eremitas egipcios. San Martín murió en 579, en su monasterio de Dumio, y su cuerpo fue trasladado a Braga en 1606.
Nuestros principales informadores en este caso son, Gregorio de Tours y Venancio Fortunato. Véase Acta Sanctorum, marzo, vol. III; Florez, España Sagrada, vol. IV. pp. 151-158; Gams Kirchengeschichte Spaniens, vol. II. pt. I pp. 472-475. Una sincera apreciación de la obra y de la erudición de San Martín de Braga puede encontrarse en la Cambridge Medieval History, vol. III, pp. 489-490. En la obra Geschichte der Literatur des Mittelalters, de Ebert, vol. I. 2 ed., pp. 579-584, ocupa también un lugar prominente. Otro resumen de la vida, con énfasis en los escritos y abundante bibliografía, en Patrología, IV, Di Berardino, BAC, 2000, pág. 85-88
Imagen: iluminación Crónica Albeldense (siglo IX), en el Monasterio de El Escorial.