Nos cuenta Lobera que Martín nació en torno al 1130 en León en una muy piadosa familia cristiana, ilustre en el lugar; los nombres de sus padres eran Juan y Eugenia. Siendo aun pequeño, su padre se retiró junto con el niño al monasterio de san Marcial, también en León, donde llevaron una vida de perfección. Muerto su padre, Martín fue ordenado subdiácono, y dejó el monasterio para ir en peregrinación: Comenzó por Compostela, siguió por Roma, y llegó a Tierra Santa. A la vuelta de su peregrinación, quiso el demonio tenderle una trampa, y fue encarcelado en Italia, confundido con un ladrón. Providencialmente alguien lo reconoció, y Martín fue liberado y rehabilitado en su honor.
Volvió a León, fue ordenado en breve tiempo sucesivamente diácono y presbítero, y entró como canónigo regular nuevamente en el monasterio de San Marcial. Admirado por su piedad y humildad, tiene poco tiempo después la experiencia mística que marcará su vida, y lo hará famoso entre los suyos. Me limito a repetirla, sin pretender racionalizarla, tratándose de una experiencia para la que él mismo habrá carecido de las palabras exactas para contar:
Devoto de san Isidoro de Sevilla, el gran santo y sabio de la Iglesia española (cuyas reliquias se encuentran en León desde el siglo XI), estudiaba con asiduidad la Sagrada Escritura, pero se sentía inexperto en su comprensión, y pedía al santo luz para penetrar en ella. Una noche estando en oración se le aparece Isidoro, y le entrega un libro, que le manda comer. Martín tomó el libro, lo comió, y se vio lleno de ciencia infusa en torno a la Biblia.
A partir de aquel momento fue considerado, como lo narra el elogio del Martirologio Romano, «varón experto en Sagrada Escritura», admirado por su sabiduría por todos los que lo rodeaban. Escribió una concordancia del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como una colección de sentencias escriturísticas de los Padres de la Iglesia, género que estaba muy en boga en aquel tiempo.
Murió según Lobera el 11 de febrero de 1221, aunque el Martirologio Romano acepta la lectura de otros compiladores que leen como fecha el 12 de enero, así como el año de 1203. No hay un acuerdo acerca de este punto. Según parece la Colegiata de León obtuvo en 1959 la autorización para celebrar la memoria del santo, y otro tanto la diócesis de León cinco años más tarde, lo que equivale en los hechos a una confirmación de culto.
El texto completo de Lobera puede leerse en el Martyrologium Hispanum de Juan de Tamayo Salazar, 1651, pág 95ss del mes de febrero; el "Petits Bollandistes" de Guerin lo menciona (también el 11 de febrero) pero le dedica sólo dos líneas; otros martirologios históricos lo mencionan sin más detalle, mientras que Acta Sanctorum no lo consigna. El dato de la confirmación de culto de 1959 y 1964 lo tomo de Enciclopedia dei Santi, pero lo presento dubitativamente, ya que recorrí los Acta Apostolica Sedis de 1958 a 1966 minuciosamente sin haber podido hallar copia de los decretos correspondientes.