Un numeroso grupo de pastores que se sucedieron en la cátedra episcopal de Milán ha merecido la aureola de la santidad. Entre ellos encontramos a san Mona, decimoquinto obispo de la sede metropolitana lombarda, entre los de san Calimero y san Mirocles. De este último sabemos que partició en los sínodos de Roma y de Arlés en los años 313 y 314, respectivamente, por lo que permite una datación aproximada del antecesor. Debe sin embargo considerarse como absolutamente fantasiosa la narración de la «Datiana historia ecclesiae Mediolanensis» según la cual san Mona habría muerto en el 250, después de 50 años de episcopado, durante el cual habría fundado las más antiguas parroquias rurales esparcidas por la campiña milanesa.
En cuanto al día de la muerte, los antiguos catálogos de obispos milaneses indican el 25 de marzo, que es la fecha que ha adoptado en la actualidad el Martirologio Romano, mientras que el calendario litúrgico ambrosiano, para evitar la concurrencia de la fiesta litúrgica local con la Cuaresma, ha trasladado la celebración al 12 de octubre, aniversario del reconocimiento de las reliquias realizado en el siglo XI por obra del arzobispo Arnulfo. San Mona fue originalmente sepultado en la Basílica Fausta, después conocida como iglesia de San Vital, pero san Carlos Borromeo, el 6 de febrero de 1576, trasladó las reliquias a la catedral.
Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Fabio Arduino. Ver Acta Sanctorum, octubre, VI, pág. 11ss.