«Cúldeo» (culdee) es una palabra gaélica de etimología desconocida, pero que significa «ermitaño». Y esto fue Oengo, que en Maryborough de Irlanda, cerca del río Nore, llevaba vida eremítica, y era conocido por comunicarse con los ángeles. Se formó en el monasterio fundado por san Fintán.
Su fama de santidad le atrajo a muchos que querían ser sus discípulos, por lo que se retiró al monasterio de Tallaght, cerca de Dublin, en la abadía de san Maelruan, a la que ingresó como hermano «lego» sin instrucción, ocultando su identidad. Permaneció allí trabajando en el granero, en el desprecio de sí y olvidado de todos, con el pelo y la barba sin forma, semidesnudo y sucio del trabajo rudo, «tenido como un hórrido e hirsuto monstruo», resume la «Vita».
Pero un día se escondió en su granero un niño de los que se formaban en el monasterio; le costaba mucho el estudio, y había huido del maestro. Le contó a san Oengo su caso, y quedó dormido. El santo impetró para el niño la ciencia infusa, y cuando se despertó, le hizo recitar la lección, cosa que el niño pudo hacer sin ninguna dificultad. Volvió a sus clases, pero transformado: quien antes no conseguía avanzar era ahora un alumno aventajado. San Maelruan sospechó algo extraño, y le pidió al niño que le contara qué había pasado. Así descubrió la identidad de Oengo, y con ello sus capacidades y formación. Recibido ahora como monje, san Maelruan escribió con él el llamado «Martirologio de Tallaght», hacia el 790, una de las fuentes para el conocimiento de los santos irlandeses, así como una regla para los ermitaños. También escribió el «Feliré», versión poética del martirologio. Terminadas estas dos obras, Oengo se retiró de nuevo a su vida de ermitaño. Falleció el 11 de marzo de hacia el 824.
Acta Sanctorum, marzo II, 84-87 (vers. 1867), reproduce la Vita escrita por Juan Colgano; ver también el artículo de la Catholic Encyclopedia dedicado al santo. Para la palabra «culdee» puede consultarse el New Catholic Dictionary