Pascual, ciudadano romano, abad de San Esteban en el Vaticano, fue elegido Papa el mismo día de la muerte de su predecesor, Esteban IV(V). Inmediatamente informó al emperador Luis de su elección, y el «pacto de confirmación» que recibió de éste, es el primero cuyo texto se conoce. Durante este pontificado, el emperador León V reanudó la persecución iconoclasta en Constantinopla. Encabezaron la defensa de la ortodoxia el patriarca san Nicéforo, y el abad del monasterio de Studius, san Teodoro. Este último apeló en particular al Papa, como representante de San Pedro. («Tú has recibido las llaves... Tú eres la roca...»), para que fuera en su ayuda. Pascual envió legados y recibió una calurosa carta de agradecimiento de Teodoro quien se hallaba preso, pero los legados no pudieron hacer nada. Muchos monjes griegos huyeron a Roma y el Papa puso el monasterio de Santa Práxedes y otros a su disposición.
Pascual I trabajó mucho en la construcción y decoración de iglesias y trasladó las reliquias de numerosos mártires (incluyendo a Santa Cecilia) de las catacumbas a la ciudad; en el nicho de Santa María della Navicella todavía puede verse a San Pascual en un pequeño retrato, en mosaico, arrodillado a los pies de la Santísima Virgen, que él había puesto allí.
En el año 823, dos funcionarios papales, que se habían pasado junto con algunos laicos nobles al partido contrario al Papa, en una disputa, fueron asesinados, y se acusó al Papa Pascual de ser el instigador del crimen. Se justificó por un solemne juramento, pero se negó a entregar a los criminales (miembros de su casa), basándose en que los tribunales del Estado no tenían jurisdicción sobre ellos y en que su crimen era el de traición, lo cual los ponía fuera de la esfera de la ley. Pero cuando el Papa Pascual murió, poco después en 824, los romanos no permitieron que se le sepultara en San Pedro con los honores acostumbrados; parece que todavía creían que había estado mezclado en el asesinato; y así se le dio sepultura en la iglesia de Santa Práxedes, «en el lugar que él había construido para tal objeto» cuando aún vivía.
El Líber Pontificalis contiene pocos datos, excepto una relación de las actividades de construcciones y beneficios del Papa. Para su historia tenemos que recurrir a la escasa correspondencia que se ha conservado y a los cronistas. Naturalmente, nunca ha habido demanda de una canonización formal, y los motivos que hay para que el nombre del Papa Pascual haya sido incluido en el Martirologio Romano son algo confusos. Hay una nota dedicada a él en el Acta Sanctorum, mayo, vol. III; pero véase especialmente de H. K. Mann, Lives of the Popes, vol. II, pp. 122-135.