Cuando san Cipriano, el gran obispo de Cartago, fue desterrado a Curubis (actual Korba, en Túnez), el diácono Poncio se ofreció voluntariamente a acompañarle y permaneció con él hasta su muerte. En aquella época, los lazos que unían a los diáconos con su obispo eran muy estrechos; en el caso de san Cipriano y san Poncio las relaciones se estrecharon todavía más. Sin duda que Poncio tuvo todas las oportunidades posibles de informarse de la vida y las actividades de su obispo; desgraciadamente, en su afán por escribir una biografía que eclipsara por su popularidad a las «Actas» de Perpetua y Felicitas, Poncio concentró casi exclusivamente su atención en el martirio de san Cipriano y dejó en la oscuridad el resto de la vida del obispo.
San Jerónimo y otras grandes figuras de la historia de la Iglesia alabaron mucho el estilo y el contenido de la «Vita et passio Cypriani», en cambio, ciertos autores modernos han criticado el tono laudatorio y la falta de sentido crítico de san Poncio, sin tener en cuenta que su finalidad era precisamente la de glorificar al mártir y que una biografía crítica, en el sentido moderno de la palabra, habría resultado incomprensible para el público de Poncio. En esa biografía aparece incidentalmente la piedad del autor y su celo por la fe cristiana. En efecto, Poncio no fue condenado a muerte junto con san Cipriano, probablemente porque los jueces no le consideraron como un personaje demasiado importante. San Poncio anhelaba el martirio, de suerte que eso constituyó una desilusión para él. Las últimas palabras de la biografía son: «Con toda el alma me alegro de la gloria de Cipriano, pero todavía mayor es mi tristeza por no haber sido digno de acompañarle en ella». No sabemos ni el sitio, ni las circunstancias de la muerte de san Poncio, pero no hay ninguna razón para pensar que haya sido martirizado.
Gracias a san Jerónimo, conocemos el nombre del autor de la Vida de san Cipriano, a quien volveremos a encontrar en el artículo sobre este último. Baste con hacer referencia aquí a Delehaye, Les passions des martyrs et les genres littéraires (1921), pp. 82-110, y con hacer notar que Harnack reeditó y anotó el texto de Poncio, Das Leben Cyprians von Pontius, en la colección Texte und Untersuchungen, vol. XXXIX. No hay que confundir a san Poncio con el mártir del mismo nombre, cuya fiesta se celebra el 14 de mayo.