No hay muchas noticias sobre este santo obispo de Andria, diócesis sufragánea de Bari, en Italia, y su santo protector. La tradición quiere que fuera inglés, lo más seguro monje benedictino en alguna de las muchas abadías benedictinas de Europa, y que llegase al episcopado en el pontificado de Adriano IV (+ 1159), también él inglés y benedictino. Se sabe que participó en el III Concilio Lateranense en 1179 y que él recibió las reliquias de los santos Ponciano y Erasmo, trasladadas solemnemente a Andria a cargo del sacerdote Manerio y del monje Juan, abad de Civitella. Las sagradas reliquias fueron depositadas en la iglesia de San Bartolomé. Todos pudieron ver con cuánta alegría y devoción recibía el obispo las reliquias. Ricardo tenía entre sus fieles fama de santidad y en vida se le atribuyeron muchos milagros, por lo que a su muerte, quizás el último año del siglo XII, comenzó enseguida a dársele culto como santo, culto que fue confirmado con la canonización que efectuó el papa Bonifacio VIII el 23 de abril de un año cercano al 1300. Sus reliquias fueron llevadas al llamado «altar de la confesión» en la catedral, de donde desaparecieron luego para aparecer en 1438. Actualmente se conservan en una bella capilla de la catedral.