Conocemos a san Ságar (o Sagaris) de Laodicea más bien tangencialmente, ya que no nos han llegado obras o relatos extensos; sin embargo aparece en algunas citas de Eusebio en su Historia Eclesiástica y se verá que, por el modo de introducir el nombre, habrá sido en su epoca un personaje destacado. En efecto, Eusebio cuenta (H.E. IV,26,3)) que Melitón de Sardes (al que conocemos por su preciosa homilía sobre la Pascua, que se lee en el oficio de la Semana Santa) escribió una obra sobre la Pascua (en realidad eran dos libros); esta obra se ha perdido, pero Eusebio cita el comienzo: «Bajo el procónsul de Asia Servilio Pablo, tiempo en que Sagaris sufrió martirio, hubo en Laodicea muchas disputas acerca de la Pascua, que precisamente caía en aquellos días, y se escribió esto...». Esta es la primer mención que tenemos, y con cierta precisión, ya que nos dice en qué consulado ocurrió el martirio.
Lamentablemente, como suele suceder, la mención de Servilio Paulo no es nada clara, ya que no hubo en esa época ningún cónsul llamado así; pudo ser un tal L. Sergio Paulo, cónsul en Asia en el 168 (que por supuesto carece de relación con el Sergio Paulo de Hech. 13,7, un siglo y cuarto anterior), o bien un tal Q. Servilio Pudens, cónsul en Asia en el 166. El error podría ser del propio Eusebio al transcribir el párrafo de Melitón. De todos modos, sea como sea, queda situado el martirio en Laodicea, entre el 166 y el 168. El Martirologio Romano ha aceptado el nombre incorrecto de Servilio Paulo, ya que transcribe directamente lo que dice Eusebio.
Podría acabar aquí todo lo que sabemos de san Sagaris, y no estaríamos peor que con otros mártires antiguos, sin embargo nos ha llegado aun otra referencia, trambién transcripta por Eusebio, aunque esta vez de una carta de Polícrates al papa san Víctor, donde el obispo de Asia se queja al de Roma porque Víctor pretende imponerles el modo de establecer la fecha de celebración de la Pascua, siendo que desde antiguo estaba en uso en Asia la práctica llamada «cuartodecimana», que entendía que debía celebrarse el 14 Nisán, como la pascua judía, es decir, al primer día de luna llena luego del equinoccio de primavera, cayera en el día de la semana que fuere. En Roma, y en muchas otras iglesias, ya se usaba lo que vino a ser luego la práctica general -la misma que la actual-, es decir, el domingo posterior a la primer luna llena del equinoccio de primavera. Tal como acostumbraban a rodear de caridad las discusiones, cada uno de los grupos consideraba, no sólo que el otro estaba equivocado, sino que era hereje. Así que san Víctor trató a los obispos de Asia de herejes, y Polícrates le responde con una punzante carta, donde le refuta la práctica romana, y va señalando cuáles obispos famosos habían sido «cuartodecimanos», añadiéndole con ironía que, aunque no celebraron como en Roma, «resucitarán el día de la venida del Señor».
La cuestión puede leerse más extensamente en el artículo referido a san Víctor, pero lo que os importa aquí es que precisamente uno de los obispos que cita Polícrates en defensa de su posición es san Sagaris: «»Y en Esmirna, Policarpo, obispo y mártir. Y Traseas, obispo asimismo y mártir, que procede de Eumenia y reposa en Esmirna. ¿Y qué falta hace hablar de Sagaris, obispo y mártir, que descansa en Laodicea...?» (H.E. V,24,4-5). Gracias, entonces, a esta disputa de los obispos de Asia con el de Roma, sabemos hoy este minúsculo dato adicional sobre san Sagaris, que posiblemente no nos hubiera llegado de otro modo: que adhería a la tradición apostólica que se fundaba en Juan, y celebraba la Pascua en la fecha judía.
La fuente es, como vimos, la Historia Eclesiástica, en los párrafos citados. La referencia sobre la cuestión de los cónsules la tomé de las notas de D. Argimiro Velasco Delgado, edición BAC, 2008.