Hacia el siglo XI se erige en el lugar donde la tradición decía que había sido martirizado, en la ciudad de Terranoa, actual Olbia, una iglesia románica, posiblemente sobre los restos de una construcción anterior, dedicada a su nombre. La misma ciudad es convertida en obispado en el siglo VI, por lo que en las tradiciones orales, a san Simplicio se lo empieza a considerar el primer obispo; y así unos siglos más tarde ya está consolidada la tradición de «San Simplicio, obispo y mártir», y se componen en el siglo XII unas «Actas».
Con ese carácter llega su inscripción en el Martirologio Romano del Cardenal Baronio (finales del siglo XVI), donde se admite como verídica la versión de las Actas que afirman que «el santo obispo, en tiempo de Dioclesiano, siendo gobernador Bárbaro, fue atravesado por una lanza». Estos datos no surgen sino de la profusa imaginación posterior, que no se contentaba con carecer de detalles concretos sobre los mártires.
El Martirologio actual reduce la nota a lo que sabemos de cierto, que sólo se extiende al nombre, el lugar del martirio, y posiblemente su carácter de presbítero. Es patrono principal de la ciudad de Olbia. La catedral románica del siglo XII se conserva, y en ella hay, en el altar principal los restos de tres frescos datables entre los siglos VI y XII, dos de los cuales representan obispos, por lo que se suelen identificar con san Simplicio, el primer obispo (en la tradición ya mencionada) y Victorino, el primer obispo en los datos históricos que se poseen.
Ver Acta Sanctorum, mayo III, pág. 456. Ya en el siglo XVII los Bolandistas ponían en duda este paso de presbítero a obispo, y mostraban con los textos el crecimiento de la leyenda. La iconografía lo representa habitualmente con mitra y báculo. La imagen que acompaña este artículo es de uno de los frescos de Olbia.