El culto de san Ursicino (en francés Ursanne), un ermitaño del Jura, está atestiguado en esta región de Suiza ya el tercio final del siglo VII; porque antes del 675 el abad Germano de Moutier-Grandval había construido una iglesia en su honor en Grandval. También un antiguo documento reporta que san Vandregisilo Abad (muerto en 668), construyó hacia el 630 un monasterio en el mismo lugar donde reposaba Ursicino. El sarcófago del santo ermitaño, que data del siglo VII, sigue siendo venerado en la hermosa iglesia de San Ursanne, situada en un recodo del río Doubs, que aunque nace en el Jura francés, penetra un corto trecho en territorio suizo; en esa orilla se encuentra la iglesia.
En cuanto a la vida de san Ursicino, todo lo que los hagiografos han considerado y difundido proviene de un antiguo documento, nombrado por primera vez por el jesuita Claudio Sudán (1579-1665) en su obra «Basilea sacra», pero es de lamentar que no lo transcribe textualmente. El documento era una lectura litúrgica en 24 capítulos, que fue compuesta por disposición del obispo Hugo I de Besançon (inicios del siglo XI), diócesis a la que pertenecía entonces Ursicino. Esta 'Vita' -que se ha perdido- contaba que Ursicino era un monje irlandés, compañero de san Columbano (543-615), el abad que de Irlanda emigró a Francia y luego a Italia, donde fundó el monasterio de Bobbio en el año 614. Ursicino, que lo había seguido a la Galia junto a los monjes Gallo, Sigisberto y Fromond, se separó de su maestro cuando éste tuvo que dejar Luxeuil en el 610, y marchó a Italia. Ursicino se dirigió con Fromond al Jura franco-suizo, en busca de un lugar adecuado para la vida eremítica.
La tradición dice que Ursicino propuso a su compañero lanzar desde la cima de una montaña sus bastones al aire, dejando que el cielo diera la respuesta correcta sobre el lugar donde habrían de establecerse. Los bastones cayeron en diferentes lugares y los dos compañeros se separaron: el de Ursicino cayó cerca de una cueva en el valle del río Doubs, donde se retiró como ermitaño. En este lugar construyó una capilla dedicada a San Pedro (que luego llevará el nombre de Saint Ursanne), y pronto su fama atrajo a muchos seguidores, por lo que Ursicino fundó un monasterio para ellos, bajo la regla de san Columbano.
Tras una década de ejemplar vida eremítica, san Ursicino murió, hacia el 620; su nombre se encuentra en las letanías de los santos venerados en Besançon en el siglo XI, y en el martirologio de la misma diócesis, el día 20 de diciembre. El monasterio fundado en el valle del Doubs sufrió varios cambios con el tiempo: pasado a los benedictinos, en 1040 dependía del de Moutier-Grandval, y luego fue asignado a los obispos de Basilea en 1077, uno de los cuales instituyó en 1119 una colegiata, que duró hasta 1793, cuando fue destruida. En torno al monasterio surgió el pueblo de Saint Ursanne. Es venerado en todo el Jura Norte, Besançon, Maguncia, Basilea; sus imágenes le muestran con un libro y unos lirios.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli en Santi e Beati. La más breve nota del Butler-Guinea (tomo IV, pág. 593) trae algo de bibliografía, aunque según parece lo que hay sobre el santo es muy poco, y de escasa fiabilidad. Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon (Ursicinus v. St. Ursitz) amplía un poco más el panorama. La foto: tomamos del Ökumenisches Heiligenlexikon esta curiosidad, una fotografía de entre 1850 y 1860, que muestra el pueblo de Saint Ursanne con vistas a la ermita del santo, que está señalada con una flecha. la foto pertenece a Auguste Quiquerez.