En un leccionario de Limoges se conserva una breve noticia sobre san Valerio (que no debe confundirse con el otro eremita san Valerio de Lauconne, del 1 de abril). Se nos dice que era un hombre de buena posición, devoto de san Marcial, y que un día visitando la iglesia del santo en Limoge, sintió el llamado a dejarlo todo y emprender la vida eremítica. Construyó una iglesia dedicada al mártir san Julián, y en una celda anexa se escondió a los ojos del mundo. Sin embargo llegaban a él muchos que querían ser sus discípulos, y Dios manifestó a su siervo por medio de milagros, profusos ya en vida, pero que continuaron luego de su muerte, cuando comenzó la veneración popular como santo.
Los testimonios de los distintos martirologios que lo mencionan, en noticias más largas o más breves que esta, están de acuerdo en lo fundamental: su origen de buena posición, su renuncia al mundo vinculada a una experiencia mística en la iglesia de san Marcial, la guía de discípulos, y sobre todo la taumaturgia, que parece haber sido notable. Pero no hay más datos, ni siquiera ninguno que permita ubicarlo con precisión en el tiempo, ni nada relacionado con sus reliquias. Se acepta como probable el siglo VI.
En el pueblo de Saint-Valery-Sur-Somme (cuyo nombre posiblemente se refiere a nuestro santo) se conserva una pequeña capilla dedicada a su memoria, con una estatua.
Ver Acta Sanctorum, enero, I, pág 617, donde se encuentra el texto del leccionario citado completo, así comootras noticias concordantes. Les Petits Bollandistes 8, pág 176, trae una biografía donde menciona que las reliquias fueron rescatadas de la profanación revolucionaria, aunque sin referencias.