El nombre original es en latín, Vedastus, lo que da en francés Vaast. Era nativo de la región de Périgueux, de la segunda mitad del siglo V; abandonó de joven su casa paterna y comenzó una vida de ascetismo. Cerca de Toul encontró casualmente al rey Clodoveo I, quien, después de haber derrotado a los alemanes, volvía a su tierra. El rey, que deseaba ya recibir el bautismo, pidió a Vedasto ser instruido en la religión cristiana, y continuaron juntos el viaje por Reims, donde el obispo san Remigio administró el bautismo al rey. A la partida del instructor, Clodoveo lo recomendó al obispo, quien conocía las cualidades ascéticas, morales y teológicas de Vedasto, y el año 500 lo consagró obispo de Arras.
La ciudad había sido saqueada por los hunos y su población, que era cristiana porque había sido evangelizada en el siglo IV, se había dispersado; más tarde fue repoblada, pero sus habitantes prácticamente habían regresado al paganismo. El nuevo obispo afronta con valentía su trabajo misionero, reorganizando la diócesis y convirtiendo a muchos fieles en sus viajes apostólicos por el vastísimo territorio a él confiado. Permaneció siempre como amigo del rey Clodoveo y de la reina Clotilde, y obró siempre en consonancia con san Remigio, que se convirtió en su consejero y guía. Gobernó la diócesis de Arras durante 40 años, hasta que murió, el 6 de febrero del 540 o 541.
Las noticias que lo recuerdan, y que hablan de muchos milagros y prodigios obrados por él, han seguido durante siglos los lineamientos de tres «Vidas», todas ellas influidas por la narrativa de la época y la nacionalidad de sus autores, por lo que deben tomarse los datos con cuidado. Sus reliquias tuvieron muchos desplazamientos por la invasión normanda de la ciudad de Arras en el siglo IX. En diciembre del 880 la ciudad fue incendiada y sus habitantes masacrados, pero las reliquias pudieron ser salvadas en Beauvais, que estaba fortificada. En los siglos siguientes quedaron en posesión de la abadía de Saint-Vaast hasta la Revolución Francesa, cuando la abadía fue saqueada. Pero los restos permanecieron intactos y más tarde fueron trasladados de nuevo a la catedral de Arras, donde están hasta ahora. Su culto está muy extendido en toda Francia desde la antigüedad, y se lo menciona en las letanías de los santos junto con san Amando. Es considerado el fundador de la sede episcopal de Arras, por lo cual es su principal patrono.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.