Santa Angadrisma vivió en el siglo VII, en la diócesis de Thérouanne, en el norte de Francia. Su educación recibió la influencia positiva del obispo san Omer y de su primo san Lamberto de Lyon, en aquel momento monje en Fontanelle. Sostenida por ellos en su vocación a la vida religiosa, tuvo que luchar contra la oposición de su padre, que la había prometido a un joven, el futuro obispo de Rouen san Ansberto. Para evitar la indeseada boda, Angadrisma oró para volverse menos atractiva físicamente, pero sus oraciones tuvieron efecto exagerado, ya que enfermó de lepra. Esto al menos le permitió tener la libertad de recibir el hábito religioso por manos de san Audoeno. Pero desde ese día la enfermedad desapareció milagrosa y repentinamente.
Su vida monástica era, por decir poco, ejemplar, y en seguida llegó a ser abadesa de un convento cerca de Beauvais. Muchos milagros se atribuyeron a su intercesión, cuando aún estaba vivo, incluyendo la extinción de un incendio que amenazaba el monasterio al que se enfrentó con la exposición de las reliquias del fundador, san Ebrulfo.
Angadrisma murió con más de ochenta años, aproximadamente en el 695. Invocada inmediatamente como santa, se incluyó entre los patronos de Beauvais y reclamada contra los incendios, las sequías y las calamidades públicas. Sus reliquias fueron trasladas repetidas veces debido a la destrucción del convento y después a la Revolución Francesa, reposan hoy en la catedral.
Traducido para ETF de un artículo de Fabio Arduino.