Un ignoto autor del siglo V adjunta a la «Passio» latina de santa Inés, escrita por el Pseudo-Ambrosio, un tercer capítulo que se explaya sobre los funerales de la santa. sobre su aparición a sus padres ocho días después de su muerte, y sobre la fundación de la basílica en su honor por parte de Constanza, hija de Constantino. Entre los asistentes a los funerales de santa Inés se recuerda a Emerenciana «que fuera compañera suya, virgen santísima, aun catecúmena». Una imprevista agresión por parte de paganos fanáticos dispersa a los cristianos, pero Emerenciana, en lugar de huir, apostrofó valerosamente a los agresores, siendo finalmente lapidada. Los padres de santa Inés la sepultaron en las proximidades, «en las cercanías de la santísima virgen Inés», es decir, en los límites de su propiedad. No hay duda, concluye el autor enunciando la doctrina del bautismo de sangre, que Emerenciana fue bautizada en su sangre, al morir por la defensa de la justicia, confesando al Señor.
Lamentablemente este tercer capítulo de la Passio es juzgado muy severamente por la crítica; lleno como está de inexactitudes sobre la época de Constantino, se revela como una obra tardía. Los únicos elementos en torno a Emerenciana que pueden ser documentados por otras fuentes son: su nombre, el hecho de su martirio (aunque no la forma), y su sepultura en las proximidades de santa Inés. Según algunos críticos, sin embargo, también podría ser aceptado el detalle de que fuera aun catecúmena en el momento del martirio, ya que ese elemento no es parte del elenco habitual de recursos narrativos de los «fabricantes de pasiones de santos», y bien puede entenderse como eco de una ininterrumpida tradición. Una datación exacta del martirio es imposible, aunque se la suele colocar en la persecución de Dioclesiano.
De manera independiente a la Passio, y antes que en ella, está con seguridad atestada en el Martirologio Jeronimiano, que en su redacción más antigua la recuerda en un grupo de mártires del Cementerio Mayor de la Vía Nomentana: «Romae, via Nomentana ad Capream, in cimiterio maiore Victoris, Felicis, Alexandri, Papiae, Emerentianetis»; la inscripción se encuentra el 16 de septiembre, y duplicada el 20 de abril. Emerenciana no parece tener un lugar relevante en el grupo, y sólo bajo el influjo de la Passio de santa Inés, y por su unión al nombre de esta santa, de cuya popularidad va a ir participando, el culto la irá separando de su grupo original, hasta trasladarla sola a la fecha del 23 de enero, en la proximidad de la celebración de Inés, tal como aparece ya registrada en el Martirologio de Beda, en el Sacramentario Gelasiano, y en recensiones tardías del Martirologio Jeronimiano, todo lo cual apunta al siglo VIII, de donde pasó al Misal y al Martirologio Romano.
Incluso en la iconografía del Cementerio Mayor aparece en grupo con otros mártires en representaciones antiguas, así, por ejemplo, en una pintura muy desgastada, y en una estela votiva descubierta en 1855 se encuentran cinco santos reunidos. Lo mismo se ha identificado en una inscripción en el ábside de una cripta del mismo cementerio descubierta en 1873, donde se señala la tumba de Emerenciana, pero porque es el único nombre que se había podido descifrar. Sin embargo, en una pintura descubierta en 1933 en el mismo cementerio parece que se la debe identificar como la santa con dos devotos a sus pies. En los mosaicos de San Apolinar, del siglo VI, Emerenciana aparece ya entre las vírgenes santa Paolina y santa Daria.
Las reliquias de Emerenciana fueron trasladadas en el siglo IX a la Basílica de Santa Inés. Pablo V, en 1615, ordenó una artística caja de plata, en la cual colocar los cuerpos de las dos santas, y que fue puesta bajo el altar mayor. Otras iglesias en Roma han conservado el recuerdo de la mártir: Santa Inés de Plaza Navonna, donde le fue dedicado un altar en 1120; San Pedro «in vincoli», donde estaría conservada la cabeza; Santa María en campitello, donde se exhibe un dedo suyo. En España, Alemania y Bruselas hay tradiciones de que se conservan reliquias suyas. Algunas leyendas tardías complicaron el relato del martirio contando que había sido torturada en el vientre, por lo que, especialmente en Francia, se la invocaba para dolores de vientre.
Resumido y traducido para ETF del artículo de Benedetto Cignitti en Enciclopedia dei Santi.