El poeta español Prudencio no menciona a santa Leocadia en sus himnos, que fueron escritos a fines del siglo IV. Pero consta que, a principios del siglo VII, había en Toledo una iglesia dedicada a la santa, de suerte que su culto es muy antiguo. Las actas del martirio son posteriores y poco fidedignas. Según esas actas, Leocadia era una joven toledana de alta alcurnia. Durante la persecución de Diocleciano, el cruel gobernador Daciano mandó torturar a Leocadia y la encarceló. En la prisión se enteró la joven del martirio de Santa Eulalia en Mérida y pidió a Dios que la juzgase digna de morir por Cristo. Dios escuchó su petición y Leocadia murió en la cárcel a consecuencia de las torturas que se le habían infligido.
En nuestro artículo sobre san Ildefonso, referimos una leyenda muy conocida relacionada con santa Leocadia. Esta mártir es la patrona principal de Toledo, donde hay tres iglesias que llevan su nombre y que según se dice, se hallan en los sitios donde la santa fue sepultada, donde estuvo presa y donde se levantaba su casa. En una de esas iglesias se realizaron la mayor parte de los concilios de Toledo; precisamente en el IV (633) la mártir es honrosamente mencionada. Sus reliquias fueron guardadas en aquella iglesia con gran respeto, hasta que, debido a las incursiones de los moros, fueron llevadas a Oviedo, y algunos años después a la abadía de San Guislain, cerca de Mons en Haynault. A instancias del rey Felipe II, fueron traídas nuevamente a Toledo con gran pompa, y el rey, su hijo Felipe, su hija Isabel, y la emperatriz María, su hermana, estuvieron presentes en la solemne recepción, el 26 de abril de 1589.
Las actas de Santa Leocadia, que no merecen crédito alguno, pueden verse en Florez, España Sagrada, vol. VI , pp. 315-317, y en La Fuente, Hist. Ecl. de España, vol. I (1873), pp. 335-337. Cf. Analecta Bollandiana, vol. XVII (1898), p. 119. No hay razón para dudar de la autenticidad del martirio. El nombre de la santa figura en el Hieronymianum el 13 de diciembre. Véase el comentario de Delehaye, p. 646, y Origines du culte des martyrs, p. 369, con las referencias bibliográficas que se encuentran allí. Artículo del Butler-Guinea con algunos añadidos provenientes de una más antigua edición.