María di Jesús nació en Palermo el 2 de octubre de 1852, hija de Giuseppe Santocanale de los barones de la Celsa Reale y de Caterina Andriolo Stagno. En su bautismo, recibido en las primeras vísperas de la fiesta de San Francisco de Asís, recibió el nombre de Carolina Concetta Angela. Para su primera instrucción fue confiada a un instituto dirigido por dos hermanas vírgenes, asistidas por otras educadoras. Pocos meses después de recibir la primera comunión, en la cuaresma de 1861, dejó esa escuela y continuó su educación en casa.
Animada por uno de sus tutores, el padre jesuita José Orlando, acudió un día con su madre a la lección de cuaresmal en la catedral de Palermo, predicada por monseñor Di Giovanni, y quedó encantada. Cada vez más atraída por la Palabra de Dios, escribió en sus memorias autobiográficas: "Cuando habló de la mujer samaritana, me estremeció. La de la cananea esculpió en mi alma una fe... una confianza que nunca cesó, es más, fue como la base de mi nueva vida".
Abandonadas sus lujosas ropas pide ser confirmada. Recordando ese día, el 25 de abril de 1869, escribió: "Ese momento fue para mí una visión del Paraíso. Recibí el Espíritu Santo y desde entonces no deja de hacer maravillas en mí". Comienza a sentir interés por la virginidad consagrada. Como testimonio de ello, queda una nota con una exhortación que guardaba en su escritorio para releerla a menudo: "¡Carolina, cuídate! ¡Tu felicidad está encerrada en tu virginidad! No dejes que nadie te adule. Lucha con confianza en el Corazón de Jesús y no temas ser derrotada. ¡Ánimo! ¡Fortaleza y ve! En el nombre de María".
Para que el deseo se convirtiera en un proyecto de vida, fue necesaria la enfermedad de su abuelo materno, Paolo Stagno, que vivía en Cinisi, y que la llama a su cabecera. Aquí conoce al arcipreste de Cinisi, Don Mauro Venuti, y se confía a él como guía espiritual. Inicialmente se orienta a ingresar en el monasterio de Santa Catalina de Palermo, pero su padre, que ya tenía un matrimonio preparado para ella, no accede. El 20 de noviembre de 1873, Carolina entra e la piadosa unión de las Hijas de María en la parroquia de San Antonio Abad, junto con otras jóvenes, y se convierte en su presidenta, manteniéndose firme en su intención de entrar en el clausura.
En Cinisi, en el otoño de 1880, conoció a dos muchachas y a un joven paralítico, y con el consentimiento del párroco decidió enseñarles el catecismo. Esta experiencia desencadenó una duda en su mente: seguir pensando en la vida contemplativa o abrazar la vida activa en beneficio de las niñas pobres del colegio de Maria, una institución abandonada en Cinisi. El proyecto se detuvo bruscamente cuando Carolina quedó postrada en la cama el 9 de enero de 1884 y permaneció así durante dieciséis meses, sin que la medicina de la época descubriera la causa.
Mientras tanto, en Palermo se había puesto en marcha la obra de la "Merienda de los Pobres" (“Boccone del povero”) por iniciativa del beato Giacomo Cusmano. Carolina, aconsejada por Don Mauro Venuti, se reunió con él para intentar poner en marcha la iniciativa también en Cinisi, pero no se consiguió nada. Así que vuelve a pedir consejo a Don Venuti y éste le indica que abrace la espiritualidad de San Francisco de Asís. Carolina aceptó la propuesta y, ya curada, el 13 de junio de 1887, en la pequeña iglesia del Colegio de María de Cinisi, recibió del P. Venuti el hábito negro de las terciarias regulares y tomó el nombre de Sor María de Jesús.
La guardería para madres trabajadoras
Durante los dos meses siguientes, otras dos jóvenes se unieron a ella y se instalaron en el Colegio de María, pero como el lugar era demasiado pequeño, la Hna. María de Jesús pidió que se le permitiera vivir en la casa de sus abuelos. Así, el 11 de febrero de 1891, la comunidad se trasladó allí. Entre marzo y junio de 1896 se creó un orfanato y al año siguiente se abrió el internado para niñas. A esto le siguió la guardería para niños pequeños, cuyas madres se veían obligadas a trabajar porque todos los hombres de Cinisi habían emigrado a América en busca de trabajo.
Mientras tanto, surgieron desacuerdos con el padre Venuti, que no aceptaba algunas de las decisiones de sor María de Jesús y, por ello, cuando se le pidió que predicara los ejercicios espirituales a la comunidad, le aconsejó que se dirigiera a los frailes menores capuchinos de Palermo. Cuando el padre Giovanni Maria Schiavo entró en contacto con las hermanas, descubrió que la comunidad carecía del decreto que acreditaba la erección canónica del instituto: eran simples terciarias. El padre Schiavo se puso manos a la obra y, basándose en la Regla de la Tercera Orden, en dos años preparó las constituciones, trabajó para la agregación a la orden de los Hermanos Menores Capuchinos y para obtener el decreto del obispo que acreditara que eran una comunidad de derecho diocesano.
El vínculo con Nuestra Señora de Lourdes
El vínculo con Nuestra Señora de Lourdes se consolidó con la llegada, el 26 de febrero de 1908, de dos estatuas de la Virgen María y de Santa Bernadette, que se colocaron en la iglesia del instituto el 16 de julio de 1908. El 8 de diciembre de 1909, el padre Schivo anunció la aprobación de las Constituciones y, al mismo tiempo, el ministro general de los capuchinos, el padre Pacífico da Seggiano, autorizó la agregación del Instituto a la Orden. Poco después, monseñor Domenico Gaspare Lancia di Brolo, obispo de Monreale, reconoció el instituto de derecho diocesano. El 13 de junio de 1910 se celebró el rito de la investidura de Sor María de Jesús y otras once hermanas. El 11 de febrero de 1911 Sor María de Jesús profesó en manos de Monseñor Gaspare Bova, Vicario General de Monreale, y el 29 de noviembre siguiente las novicias profesaron en manos de Sor María de Jesús.
"Soy hija de San Francisco", había declarado la Madre María de Jesús, cuando se dio cuenta de que debía seguir al Poverello de Asís abandonando la vida cómoda para entregarse sin nada propio. Pero la gente sencilla, que entiende el secreto de los corazones, la llamaba con mucho cariño: la "Señora Madre".
Sin embargo, le esperaban dos pruebas más: un doloroso tumor en el pecho y, en 1917, la visita canónica decidida por monseñor Antonio Augusto Intreccialagli, nuevo arzobispo de Monreale, tras los rumores que circulaban sobre las hermanas del instituto. El obispo la instó a ser más cuidadosa en su gobierno, a dejar sus bienes al instituto y a no admitir más novicias. La Madre María de Jesús cayó enferma y se fue a vivir con sus hermanos a Palermo para recibir tratamiento, pero en cuanto recuperó las fuerzas, regresó a Cinisi y siguió dirigiendo la comunidad en obediencia al obispo. El 27 de enero de 1923 fue un día de intenso trabajo para la Madre María de Jesús. Alrededor de las 11 de la noche sintió que su corazón latía violentamente. Rodeada de sus hermanas, exhaló su último aliento sereno con el nombre de Jesús en los labios y la mirada fija en una imagen de San José.
Presentación por Carlo Calloni, postulador general de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, publicada en L'Osservatore Romano y Vatican News.