María Margarita d'Youville nació el 15 de octubre de 1701 en Varennes (Québec), primogénita de seis hijos de Cristóbal Dufrost de Lajemmerais y de María Renata Gaultier de Varennes. A la edad de siete años, la muerte de su padre deja a la familia en gran pobreza. Sin embargo ella, gracias a la colaboración de su bisabuelo Pedro Boucher, puede completar dos años de estudios con las Ursulinas de Québec, quienes revelan en ella un carácter ya bien templado y una temprana madurez. Vuelta a la familia, ayuda a la madre en las tareas de la casa y en la educación de sus hermanos menores.
Trasladada a Montreal por las segundas nupcias de su madre, conoce a Francisco d'Youville, con quien se casa en 1722. Comienza para ella, sin embargo, una etapa de grandes sufrimientos: el desinterés por laa familia de parte de su marido, dedicado al tráfico de alcohol con los indios, y sobre todo la muerte en tierna edad de cuatro de sus seis hijos. Asiste con dedicación a su marido, presa de una grave y súbita enfermedad, hasta la muerte, ocurrida en 1730.
La joven viuda, con inmensa fe en la paternidad de Dios, da comienzo a múltiples iniciativas de caridad, sin descuidar la educación de sus dos hijos, que llegarán a ser sacerdotes. El 21 de noviembre de 1737 acoge en su casa a una ciega. Desde ese moemnto, con tres compañeras que comparten sus ideales, el 31 de diciembre del mismo año se consagra a Dios para servirlo en las personas de los desheredados. Sin saberlo, Margarita llega a ser así fundadora del Instituto que se conocerá más tarde con el nombre de «Hermanas de la Caridad de Montreal», «Hermanas Grises».
Dispuesta del lado de lso más pobres, a pesar de su escasa salud, prosigue ardientemente en su obra asistencial, sin temor de los insultos y calumnias que provienen de su propio entorno familiar. Tampoco la muerte de una asociada y el incendio de su habitación disminuyen su ardor; son, por el contrario, estímulos para radicalizar aun más el empeño por los pobres. Con sus dos compañeras de la primera hora, el 2 de febrero de 1745 se empeña en poner todo en común para ayudar a un mayor número de personas necesitadas. Dos años más tarde, la «madre de los pobres», como comienza a ser llamada, asume la dirección del Hospital de los Hermanos Charon, caído en la ruina. Ella lo hace un refugio para acoger a todas las humanas miserias que tocan su ohjo perspicaz y su corazón de madre.
En 1756 un incendio devasta el Hospital, pero no disminuye la fe ni el coraje de la fundadora: invita a las hermanas y a los pobres a reconocer en ese hecho la voluntad de Dios, y a alabarlo. Y así, a los 64 años emprende la reconstrucción de aquella casa de acogida para todas las personas necesitadas y en dificultades. La muerte le llega el 23 de diciembre de 1771. El papa Juan XXIII la proclamó beata en 1959, y el papa Juan Pablo II la canonizó en 1990.