La «Pasión» de santa Anatolia, que carece de valor histórico, relata que la joven, a raíz de una visión, se negó a contraer matrimonio con un pretendiente llamado Aurelio. Este acudió entonces a Victoria, hermana de Anatolia, para que ella la convenciese de que debía aceptar su proposición. Victoria no sólo fracasó en la empresa, sino que, siguiendo el ejemplo de su hermana, rompió sus esponsales con su prometido, Eugenio. Entonces, los dos jóvenes encerraron a las dos hermanas en sus casas de campo respectivas y trataron de vencerlas por el hambre. Tras esto, Anatolia fue denunciada por ser cristiana y «después de curar de diversas enfermedades a muchas gentes y convertirlas a la fe de Cristo, en la provincia de Piceno, sufrió diferentes torturas por orden del juez Faustiniano. Habiéndose librado milagrosamente de una serpiente que le echaron encima, convirtió al verdugo Audax. En seguida, levantó las manos para orar y fue atravesada por una lanza». A su vez Victoria sufrió el martirio, tal vez en Tribulano, en los Montes Sabinos, «Se negó a contraer matrimonio con Eugenio y a ofrecer sacrificios. Después de obrar muchos milagros, con los que ganó a Dios a numerosas doncellas, su corazón fue atravesado por la espada del verdugo, a instancias de su prometido». Estos fragmentos entrecomillados eran el resumen de la historia en la antigua redacción del Martirologio Romano.
En varios sitios de Italia se venera a santa Anatolia y a santa Victoria; pero las verdaderas circunstancias de su martirio son desconocidas. En la «Pasión» de estas mártires se habla del matrimonio en un tono que se halla en otros documentos cristianos, pero que correspondió más bien a las doctrinas heréticas del encratismo que a las enseñanzas de la Iglesia Católica. San Adrimo de Sherborne utilizó las «Actas» de santa Lucía y las de santa Victoria en sus tratados «De laudibus virginitatis» (Alabanza de la virginidad). Este tipo de relatos ayuda a que distingamos muy bien entre la santidad que la Iglesia celebra y conmemora, y las «enseñanzas morales» (algunas veces dudosas, sino contrarias a la fe) que con el tiempo se han adherido en forma de leyendas piadosas.
Existen varias versiones de la pasión de estas mártires. Los textos varían mucho, están llenos de contradicciones y carecen de valor histórico, pero hay buenas razones para creer que las mártires existieron realmente. Véase P. Paschini, La passio delle martire Sabine Vittoria et Anatolia (1919); Lanzoni, Le diócesi d'llalia, pp. 347-350; Schuster, Bolletino diocesano per Sabina, etc. (1917), pp. 163-167: y sobre todo Delehaye, Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 364 y 654, y Etude sur le légendier romain (1936), pp. 59-60.