El panorama de los mártires antiguos es -como puede verse luego de recorrer aunque sea parte de las hagiografias de cualquier enciclopedia de santos- impresionante en su conjunto, pero tremendamente confuso en los detalles. Se han conservado, es verdad, muchos más nombres, listados y actas de martirio que las que cabrían esperar por la antigüedad y la "marginalidad" de las historias (importantes sólo para los cristianos en una época que no lo era): la memoria cristiana ha hecho un notable trabajo de recopilación y transmisión. Pero por otro lado muchas veces los nombres, las referencias concretas, se encuentran duplicadas, evidentemente mezcladas, o se acude a relatos contados como con un molde para hablar de distintos santos.
La Santa Domnina que celebramos hoy (diminutivo cariñoso de "Domina", Señora) es la misma que hasta el Martirologio anterior se celebraba el 4 de octubre, junto a sus hijas Berenice y Prosdocia. El escaso testimonio que tenemos de Domnina es una noticia transmitida por la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea quien cuenta que para escapar de las garras vergonzosas de los soldados, la madre le habría aconsejado a las bellas y castas hijas buscar refugio en el río, con estas palabras: «Nos salvamos por el agua -del bautismo-, y en las aguas encontraremos la corona de gloria.»
Aunque el núcleo de la narración proviene de Eusebio, él no da sus nombres; la identificación por nombres (con muchas variantes cada uno) proviene de los sinaxarios y menologios orientales, es decir, los santorales y los calendarios mensuales. San Juan Crisóstomo les dedica una homilía.
Ver Historia Eclesiástica, VIII,12,3-5 y Acta Sanctorum, octubre, tomo II, pág. 398ss. La homilía del Crisóstomo en Migne, PG L,629-640.