Después de hacer una carrera en el mundo, Baroncio se retiró, con su joven hijo, alrededor del año 675, a la Bahía de Lonray en Berry; pero aunque en un principio manifestó haber distribuido todos sus bienes, conservó en secreto algunos de ellos para su propio uso. Un día, después de maitines, fue repentinamente atacado por violentos dolores, acompañados de gran dificultad para respirar y cayó en un estado de coma que duró por muchas horas. Al recobrar el sentido, describió una serie de extraordinarias visiones que había experimentado. Creyó ver dos demonios que lo habían asido por la garganta y que lo habían atormentado hasta la hora de tercia, pero que san Rafael acudió en su ayuda y lo había librado de sus manos. En seguida fue llevado ante san Pedro y los demonios lo habían acusado de pecados cometidos en su vida pasada, pero san Pedro, que era también santo patrón del monasterio, lo había defendido y había declarado que sus culpas ya habían sido expiadas, pero le impuso una penitencia por su engaño en la distribución de sus propiedades. Después de haberlo enviado a presenciar los tormentos del infierno, (donde Baroncio reconoció a ciertos obispos que sufrían por su avaricia) y a esperar en el purgatorio, san Pedro le había permitido regresar a su monasterio, dar el resto de sus propiedades a los pobres y ser muy cuidadoso para no caer de nuevo en el pecado.
Profundamente impresionado por su experiencia, Baroncio hizo una peregrinación a la tumba del Apóstol en Roma y después se retiró a una ermita cerca de Pistoya, en compañía de otro monje llamado Desiderio. En 1018, se construyó un monasterio en el sitio donde los dos ermitaños habían vivido hasta su muerte, que fue dedicado a san Baroncio. Aunque es posible que este Baroncio eremita y el de la visión no fueran la misma persona.
Tenemos dos documentos que proporcionan información acerca de san Baroncio: la «Visión» y la «Vida». El primero, como W. Levison ha mostrado en MGH. Scriptores Merov., vol. V, pp. 368-394, es de fecha antigua, posiblemente cerca del siglo VIII y es un interesante ejemplar del mismo tipo de incidentes que los de Fursey y Drithelm, que se encuentran en las páginas de Beda. Su vida no puede ser muy anterior al año 1000 y poco se puede confiar en los incidentes que dicha vida nos ofrece. Estos dos textos habían sido previamente editados por los bolandistas y Mabillon.