Los sarracenos mostraron toda su ferocidad: una multitud de soldados y civiles fueron asesinados sin respetar ni mujeres ni niños, y gran parte de la población fue deportada. De entre ellos, fueron llevados a Mesopotamia 42 personas, contando líderes militares y altos funcionarios de la ciudad, algunos de cuyos nombres son conocidos: Teodoro Cráter, Constantino y Calixto, funcionarios, Teófilo y Bassoe, patricios, Ezio y Melixeno, patricios y generales. Fueron llevados prisioneros a Siria, y mantenidos en una celda oscura y sucia a sólo pan y agua. Se les instó continuamente a la apostasía en favor de la religión de Mahoma y se los enfrentó con los eruditos musulmanes, pero estos intentos fueron vanos. El doloroso cautiverio duró siete años, hasta marzo del 845. Después de la última invitación con resultado negativo fueron llevados a orillas del Eufrates y allí decapitados por verdugos etíopes.
Según el relato del historiador bizantino Simor Logoteta, también fue asesinado el traidor Baditze; sus cuerpos fueron arrojados al río, pero los cocodrilos sólo comieron el cuerpo del apóstata, mientras que los otros, reunidos con la cabeza, emergieron del agua sin haber sido devorados; los cristianos del lugar los recogieron y con amor y veneración les dieron sepultura. En la vida del emperador de Oriente Basilio IV el Macedonio (867-886) se afirma que en el palacio real se construyó una capilla en honor de estos mártires. La memoria se inscribe el 6 de marzo, tanto en el Menologio griego, como en el Martirologio Romano y en el Siríaco de Rabban Sliba.
Traducido para ETF de una artículo de Antonio Borrelli.