Las noticias tradicionales dicen que estos cuatro santos vivieron en Roma en tiempos del emperador Cómodo (180-192). Se convirtieron a Cristo y distribuyeron sus bienes entre los pobres; y cuando el Emperador exigió actos públicos de culto a los dioses romanos, los cuatro no sólo se negaron, sino que intensificaron su difusión de la fe. Con su predicación convirtieron a un senador, Julio, quien también repartió sus bienes entre los pobres; pero el juez Vitelio lo condenó a muerte. El grupo de Eusebio recogió el cuerpo de Julio y le dio sepultura, pero el juez Vitelio se cebó con ellos, los hizo arrestar y someter a crueles tormentos; luego de algunos hechos habituales en este género de historias, fueron muertos a golpes de látigo con puntas de plomo. Sus cuerpos fueron sepultados en la sexta milla de la Vía Aurelia.
Las actas no merecen un especial crédito, ya que reproducen de manera esquemática los «hechos» que pueden rastrearse en todos los martirios antiguos, los reales y los legendarios. Sin embargo el culto antiguo parece suficientemente establecido, es decir que, más allá de que no conozcamos (como en muchos otros casos) los detalles concretos, es posible afirmar que la existencia y el martirio de estos cuatro santos está fuera de duda. Su pasión nos llega por el martirologio de Adón y de Usuardo. Hay noticias de que en 1196 las reliquias de los mártires fueron puestas bajo el altar mayor de la basílica de San Lorenzo in Lucina; algunas de Eusebio y Ponciano fueron también llevadas a Francia; y en el siglo X algunas de Ponciano solo habían sido llevadas a Lucca, a la iglesia que lleva su nombre.
La memoria de estos mártires había sido retirada del Martirologio Romano por dudosa, por lo que en muchos santorales de los últimos años no se la encontrará; sin embargo la última revisión del 2004 los volvió a incluir.
Información basada en la noticia de Antonio Borrelli en Santi e Beati. Las actas se encuentran en Acta Sanctorum, agosto, vol. V, pág. 11ss.